IMPUNIDAD

Es curioso como los occidentales nos llevamos las manos a la cabeza como resultado del machismo de la sociedad musulmana, «el burka reprime a la mujer», «no se debería permitir que las mujeres lleven velo en nuestras escuelas». Dejando claro que estoy en contra de cualquier tipo de machismo, me pregunto si estos abanderados del feminismo, ¿no serán más bien abanderados de la xenofobia? Se les llena la boca contra los musulmanes represores de la mujer, echándole las culpas al chivo expiatorio y mientras, yo, aquí, en la sociedad occidental, mi sociedad, esa que me defiende a capa y espada de cualquier malhechor.

Respiro y afilo la pluma, es lo único que nos queda a las periodistas pacíficas, cuando vemos que se ríen de las mujeres y de esta sociedad «avanzada», en nuestra cara. Risas burlonas como las del Guardia Civil indultado que grababa una agresión sexual cometida por su amigo. 500 euros, 500 cochinos euros es lo que le cuesta a este señor grabar (a la vez que se ríe) cómo su amigo le soltaba unas cuantas barbaridades a una mujer para después realizarle tocamientos. Uno de la benemérita, uno de esos que están ahí para protegernos. Y es que ese uno, aparte de ser uno, es decir hombre (con los privilegios que ello conlleva), también es hijo, hijo de un edil del Partido Popular.

Impunidad es la palabra para este hecho, impunidad, y se les llena la boca hablando de mis derechos y de aquellos, de los otros, «de los malos». Por eso comenzaba hablando de los musulmanes, a los que se les acusa de machistas y se les mira por encima del hombro, y por eso hablaba de chivo expiatorio. A estos señores nos les preocupa la igualdad de género. A mí no me la cuelan, ¿con qué derecho se creen a acusar de machistas a nadie?, ¿con qué derecho acusan aquellos que tienen las manos sucias?

Sin ánimo de creerme más que nadie, voy a deciros que yo si tengo derecho. Si tengo derecho a acusar a aquéllos y a éstos. Porque soy una mujer, una mujer que se piensa muy bien lo que se va a poner antes de salir a la calle, porque igual a alguno le parece bien dar su opinión sobre mi cuerpo sin que yo se lo pregunte y no me apetece. Voy a acusarles porque soy una mujer que cuando es tarde y vuelvo sola a casa, llevo el móvil en la mano y ando rápido por miedo a encontrarme con alguno que por ser «alguno» y yo «alguna» decide que tiene poder sobre mí. Y voy a acusarle a usted, señor Gallardón, señor que ha decidido indultar, con el poder que tienen los poderosos de poder «perdonar» y le voy a decir que yo no le perdono. No le perdono y le acuso, porque hoy tengo un poco más de miedo, porque hoy ELLOS, gracias a su indulto, tienen menos miedo.