2019, un año «interesante»

Apenas recuperados de las emociones familiares de los últimos días, encuentros y desencuentros incluidos, gastados los confetis y apuradas las últimas botellas de sidra asturiana y cava de Requena, tratando aún de resistir a la tentación de tragarse el último polvorón de Estepa, el penúltimo mazapán de Sonseca o un fragmento olvidado de turrón de Jijona, tratamos de volver a la normalidad y dar los primeros pasos en este año nuevo al que nos han conducido las campanadas de “la Pedroche”  u otras mucho más “ortodoxas” y con menos “chicha”.

Siguen de fiesta los más jóvenes, sin excesiva prisa por volver a las aulas y los más pequeños, muy especialmente aquellos a los que “defraudó” Papá Noel, sueñan aún con el despertar del día de Reyes, la mañana mágica en la que se haya merecido o no, tendrán la posibilidad de ver atendidas sus peticiones o comprobar que fueron sustituidas por regalos alternativos.

La inmensa mayoría vuelve en estos días a sus puestos de trabajo tras la más o menos breve pausa lúdico-festiva y muchos de los que, muy a su pesar,  no lo hacen por carecer de un empleo, desde su infinita frustración, miran al horizonte ilusionados con la maltrecha esperanza de tenerlo a lo largo del año.

Para quienes retoman el trabajo, vuelta a la rutina del despertador, el trayecto diario, las preocupaciones de cada día, la tensión, el estrés, ese jefe imbécil que considera suya la empresa pero carga sobre tus espaldas las responsabilidades, mientras él juega al Candy Crush o lee el Marca…

Comienza para todos la ascensión de la larga escalera del 2019 y conviene subir con calma los primeros escalones;  con calma pero con decisión, conscientes de que por empinado que pueda hacerse el recorrido, solos o con la ayuda de quienes nos aprecian, podremos conseguirlo.

En unos días, volverán a meterse en “faena” también los políticos, nuestros “empleados políticos”, ante un horizonte plagado de urnas que unos ven cercanas y otros prefieren contemplar inevitables pero aún muy alejadas; lo suficientemente alejadas como para que les permita saborear un rato más el poder logrado no importa cómo, no importa con quién.

Mientras éstos tratan de mantenerse en el alambre como arriesgados o inconscientes funambulistas, jaleados por unos “nuevos mejores amigos”, que lo mismo contienen el aliento para no provocarles la caída, que soplan para ver si se produce, los otros velan sus armas convencidos de que la “batalla” es inminente y lo que es más importante, que la pueden ganar.

Se suceden las encuestas de intención de voto y aun dándoles un valor que raramente acaba cristalizando en resultados reales, la mayoría, con la excepción lógica de los “amiguetes” del CIS, aventuran un cambio muy sustancial en el panorama político nacional.

Burda maniobra la de quienes, orquestadamente, se empeñan en demonizar a determinado partido y gastan todas sus energías en desprestigiarlo, tratando de sustentar la idea de que todos los votos cuentan, pero que concretamente “esos” no son democráticos;  muy probablemente estén perdiendo el tiempo si en lugar de proclamar sus propias excelencias, emplean todo su tiempo en señalar como perversas las ideas y propuestas del nuevo partido, sí, ése que como su propio nombre indica, quiere ser ahora la “voz” del descontento, como lo fue en su día, en el extremo contrario, por decisión democrática y libre de sus votantes, el partido morado.

Flaco favor hacen a sus propias filas quienes tratando de convertirlos en la opción más “repelente” del abanico electoral, posiblemente estén desviando votos, tan democráticos y válidos como los de cualquiera, hacia su casillero.

Señoras y señores, 2019 ya es una realidad, vayan haciendo sus planes para los próximos doce meses y no olviden ensayar el juego de muñeca porque éste va a ser, sin duda, un año interesante en muchos aspectos, pero en lo “electoral” promete ser histórico.