Agravio comparativo

Asistimos en estos días a una inusitada “sublevación” de algunas de las comunidades autónomas que componen el estado español.

En algunas de ellas, a sus presidentes ni siquiera les ha frenado el hecho significativo de tener un gobierno del mismo partido o con una composición de  colorido similar al del Gobierno de España.

Al parecer, el estado adeuda unos 2.500 millones de euros a las autonomías, en concepto de IVA, pero la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con su habitual “gracejo”, que no gracia andaluza, ya les ha dicho que no, que se vayan olvidando del asunto.

Como “compensación”, la titular de la cartera que custodia y distribuye nuestros impuestos les ha ofrecido la posibilidad de endeudarse más, sin que por eso vaya a “reprenderles” como si fueran unos manirrotos.

Incluso a mi vecina del quinto, que por circunstancias que no vienen al caso, no estudió economía le ha sorprendido esta decisión de doña “Chus”.

No entiende que los gobiernos autonómicos puedan solicitar más crédito para financiar los servicios de los ciudadanos de sus territorios, renunciando a cobrar una deuda existente con cuyo importe se podrían atender.

¿Se imaginan a mi vecina solicitando que su banco le devuelva los fondos de un depósito vencido y le proponen concederle un préstamo para cubrir sus gastos personales, reformar la cocina, reparar el coche o pagar los recibos del colegio?.

¡Ah!, que no hay dinero, que es ése el auténtico problema.

Que se han gastado en otros menesteres esos 2.500 millones de euros que ya tendrían que haber cobrado hace mucho tiempo las autonomías, que se han esfumado, que nadie puede dar algo que ya no tiene, que un gobierno con tantas carteras, asesores, directores generales y demás tiene muchos gastos.

Pero resulta que a todo esto, sí hay dinero para Cataluña; lo hay y es el propio presidente Sánchez el que viaja a esa autonomía para anunciarlo en persona a un inhabilitado Torra, que para premiar la deferencia lo recibe como si fuera, no ya el presidente de su propio país, sino como si se tratara de una autoridad extranjera.

Es incuestionable que quien ha llegado a la presidencia con “permiso” de partidos separatistas, que siguen empeñados en su independencia, esté obligado a compensarlos y más allá de esa famosa “mesa de diálogo” exigida, la pela es la pela y hace más llevadera la espera de una independencia que va a tardar en llegar mucho más de lo que a algunos les gustaría.

No es “diálogo” aquel que se limita a ver cómo unos exigen y los otros conceden, incurriendo en agravio comparativo con otras regiones, mucho más leales y con carencias mucho más urgentes en todo tipo de comunicaciones y servicios.

Todo el mundo sabe ya que Teruel existe, aunque no tenga las infraestructuras que necesita, pero también Soria, Extremadura, Cantabria…

Que incluso algunos de los barones socialistas hayan alzado la voz es significativo y pone en evidencia que como en las mejores familias, aquellos hijos más díscolos, ambiciosos, exigentes e irresponsables, suelen sacar mejor tajada de cualquier situación que quienes raramente alzan la voz, respetan el orden, aceptan las normas y trabajan para que reine la armonía familiar y todos progresen.

Nos dicen que “Cataluña se ha desinflamado”, pero su ceguera no les permite ver que en otras regiones de España, a muchos, propios y extraños, se les están hinchando las pelotas.