«De ese agua no beberé»

Todo parece indicar que sus señorías podrían irse de vacaciones sin haber investido a Sánchez como presidente y que como los malos estudiantes tendrán que enfrentarse a sus responsabilidades a la vuelta, en septiembre.

De ser así, confiemos en que volverán relajados, con las pilas cargadas y el cutis bronceado, dispuestos a comerse literalmente el mundo y recuperar tanto tiempo perdido.

Demasiado tiempo si finalmente el próximo día 23 el candidato a la presidencia del gobierno de España, ahora con 123 escaños, no logra lo que hace poco más de un año consiguió con sólo 84 y fracasa estrepitosamente en su intento de investidura, algo que a día de hoy parece más que posible.

Eso sucederá si Unidas Podemos, o mejor, su líder, siguen obstinados en entrar en el gobierno, sea con la modalidad que sea, con el visto bueno de sus “bases” o sin él y si la posibilidad de proponer candidatos “independientes” para algunas de las carteras ministeriales queda, como todo parece apuntar, en agua de borrajas.

El PSOE ha mostrado su malestar por la consulta de Iglesias a los suyos y hoy mismo, Sánchez ha asegurado haber roto las negociaciones, algo que deberíamos poner en cuarentena, ya que es muy probable que continúen haciendo esfuerzos por entenderse hasta el momento mismo de la investidura para que todos puedan marcharse de vacaciones con un gobierno libre de la provisionalidad actual.

Pero ese “final feliz” son más deseos que una certeza inminente y de haber apuestas sobre el asunto, vayan a saber si la opción ganadora no resultaría la de una investidura fallida.

De ser así, agosto no sólo sería un mes de vacaciones, de calor intenso, de mares y montañas, sino que se convertiría en un largo periodo de inactividad política y al tiempo de frenética actividad negociadora, de dejar de contemplar la “berenjena” como tabla de salvación y comenzar a mirar como suplemento vitamínico-político imprescindible la “naranja”.

La mínima espantada de algunos miembros de C´S es poco preocupante por el momento, pero de agravarse podría inclinar la balanza de sus voluntades desde el rotundo “NO” a Sánchez que han repetido hasta la saciedad tanto Rivera como Arrimadas, hacia posiciones de diálogo que ahora parecen impensables por el empecinamiento personal del líder Rivera, que ni siquiera ha concedido a Sánchez la oportunidad de que sentados en La Moncloa le pudiera pedir la abstención que necesita.

Den por seguro que si fracasa este primer intento de investidura tendrán presiones desde los cuatro puntos cardinales, desde todos los ángulos del poder económico y muy especialmente desde la banca, para que se olviden de las viejas rencillas, de los asuntos espinosos y las actitudes más irreconciliables y accedan a apoyar con sus 57 escaños a un “frustrado” Sánchez, bien para un auténtico gobierno de coalición, proporcional a su resultado electoral o mediante la abstención que le permita ser investido.

No es recomendable hacerlo en ningún aspecto de la vida pero en política está seriamente contraindicado asegurar con rotundidad “de ese agua no beberé”.