El «regalo» de estas navidades

En este instante de la historia unos albergan serias dudas y otros tienen fundadas sospechas, pero son muchos, incluso algunos del propio partido del gobierno, los que piensan que la repetición de las elecciones del pasado día diez no fueron una cita obligada por el “fracaso” de la sesión de investidura del mes de julio, en la que únicamente pudieron sumar a sus 123 escaños el del único representante del partido de Miguel Ángel Revilla, sino un “caprichoso” empeño interesado de quienes, habiendo ya acordado un pacto previo de gobierno, vieron en la nueva cita con las urnas, la posibilidad de mejorar considerablemente sus posiciones, logrando en el mejor de los supuestos, la mayoría absoluta.

En abril, PSOE y Podemos contaban con una suma de 165 diputados y la predisposición de otras fuerzas minoritarias como para convertir a Sánchez en Presidente del Gobierno de España, al menos en la segunda votación, pero inexplicablemente el éxito de la investidura se esfumó como el humo.

Las encuestas venían reflejando el clamoroso desplome de C´S y “ponían los dientes largos” a los partidos de izquierda, incluso algunas auguraban al nuevo partido de Errejón casi media docena de escaños.

No salieron las cuentas; ni siquiera acertaron con la magnitud del descalabro absoluto de C´S, que se quedó en 10 cuando las peores “predicciones” lo situaban entre 15/20.

El resultado, mal que les pese a algunos, es el que es, incluidos los 52 escaños para VOX, un partido tan democrático como lo pueda ser cualquiera, al que votaron libremente los españoles que lo consideraron oportuno, de la misma forma que otros optaron por dar su confianza a PSOE, Unidas Podemos, Teruel Existe, PP, C´S o incluso a los separatistas de EH Bildu, JxCat o ERC.

No salieron las “cuentas de la lechera” y  aquella suma de abril quedó reducida a tan sólo 155, pero, presumiblemente el acuerdo ya estaba “diseñado” y es por eso que se emplearon muy pocas horas para “formalizar” lo que ya era un esbozo, una especie de “frente popular” de la izquierda y ¡ale hop!, un gobierno de coalición en el que quienes, tan sólo semanas antes “no iban a dejar dormir tranquilo ni al propio Sánchez, ni al 95% de los españoles”, pasaban a convertirse en escuderos, guardianes del sueño presidencial y en nuevos miembros del gabinete ministerial que cada viernes decide sobre nuestro futuro.

Nos dicen que habrá investidura antes de Navidad, lo que era antes “¡no es no!”, se ha convertido por arte de magia en “¡sí o sí!” y suponemos que ya se están preparando las carteras, ¡no!, ¡mochilas no!, ¡no sean malpensados!, que una cosa es ser “populistas” y otra formar parte “elegantemente” del gobierno de la nación española.

Faltan algunos detalles, como sumar algunos apoyos necesarios, que llegarán de uno en uno, dos, tres…, previo “¿qué hay de lo mío?” y si no salen las cuentas habrá que comprometerse en algo “sustancial” con quienes tienen el convencimiento de que son otra nación distinta a la que los españoles compartimos.

A estos habrá que ponerles ante los ojos la zanahoria que los conduzca en la dirección que “conviene” para que la investidura no sea un nuevo fracaso, otro más y van…, del candidato socialista.

A quienes ahora, desde el PP, consideran que anular el preacuerdo y “regalar” oxígeno a Sánchez es una cuestión de estado, que cualquier cosa es mejor que un gobierno compartido con los comunistas, convendría recordarles que el compromiso ya estaba firmado por el renovado “frente popular siglo XXI” y no es previsible que se rompa ahora; es bien sabido que el “doctorado” candidato ha dado muy sobradas muestras, pueden consultar la hemeroteca, de ser, ante todo, un hombre de palabra.

Sólo cabe preguntarse, conscientes de que el que se avecina es el gobierno que nos “hemos buscado”, si es el único posible, el que nos merecemos, el que conviene en este momento a los intereses generales…

Y la respuesta, nos guste o no, será, podemos estar seguros, el “regalo” de estas navidades.