DOCTOR SANCHEZ SUPONGO

La aventura del Doctor Sánchez

Cargando en su mochila con las dos derrotas más estrepitosas de toda la historia del Partido Socialista Obrero Español, pero empujado por su obsesión personal en desalojar a un Mariano Rajoy que no supo retirarse a tiempo y dar entrada a gente nueva sin sombras del pasado, Pedro Sánchez se plantó en el Palacio de La Moncloa, tras la moción de censura.

Para su viaje, en franca minoría, era lógica y predecible la compañía de toda la variopinta y extensa «familia» de Podemos y Compromís, a fin de cuentas son los actuales poseedores de muchos de los votos que no hace tanto eran suyos.

Era comprensible el apoyo de los cinco diputados del PNV, por mucho que su histórica ideología «económico-social» parezca estar más próxima al Partido Popular, ya que tradicionalmente han apoyado tanto a los gobiernos del PSOE como del PP, siempre, eso sí, disimulando sus más íntimos anhelos independentistas a cambio de cuantiosas compensaciones en los presupuestos.

No era aceptable que para llegar, por mucho que la realidad parlamentaria y la legalidad lo permitan, recibiera DOS votos de EH Bildu, sucesores de otras formaciones estrechamente vinculadas al entorno de la banda terrorista ETA, que no hace tanto asesinó a cerca de 900 personas, entre ellas al menos a nueve socialistas.

No era aceptable bajo ningún concepto que, para lograr la presidencia que tan lejos le quedó en las urnas, aceptara los nueve votos de ERC y los ocho del PDeCAT, partidos ambos que hace ahora un año, saltándose la legalidad y el orden constitucional, proclamaron unilateralmente «su república» y vienen renegando de España, antes con la falsa letanía del «nos roban» y más recientemente con su cantinela de que son una nación que pretende ser un país independiente.

No es comprensible que el fin justifique los medios, que con tal de llegar al objetivo personal, no hagas ascos a utilizar en el trayecto a quienes al menor descuido te van a traicionar o te van a «apuñalar por la espalda», porque su verdadero punto de destino no es el que has dibujado en tu aventura.

No se entienden estos últimos apoyos que generan la duda de que pudiera haber cláusulas ocultas que en un futuro no muy lejano favorezcan la resolución de sus inadmisibles aspiraciones de ser una nación distinta a España.

No es comprensible aceptar que al presidente del gobierno español lo elijan los representantes de unos ciudadanos que no quieren ser españoles.

¿Se imaginan que el presidente francés utilizara el apoyo de ciudadanos de Liechtenstein para llegar al Palacio del Elíseo?.

Lo honrado, lo que haría la gente de palabra, sería pedir la opinión de todos los españoles llamándolos a las urnas ya, ahora que el CIS es «amiguete» y con tan solo 2972 entrevistas presagia resultados espectaculares para los socialistas.

Hay demasiados «números» que no cuadran, pero es muy probable que el «diagnóstico» de quien esto escribe esté equivocado, a fin de cuentas, el «doctor» es él.

Julián Javier MONTUENGA BARTOLOMÉ