Triste que el «mejor amigo» te mate

Desde tiempo inmemorial, el ser humano ha vivido acompañado por el perro;  algunos investigadores se remontan a unos 10.000/15.000 años en esa relación de la que a lo largo de la historia y del arte ha trascendido como una auténtica epopeya de compañerismo.

El perro ha sido sombra y compañero vital, protector de la integridad de su dueño, guardián de su ganado y sus propiedades y siempre que ha sido necesario, cazador impagable para la supervivencia humana.

El roce hace el cariño y quienes comparten vivencias acaban estrechando lazos de amistad y respeto mutuo;  el perro ha sabido ganarse a base de lealtad un lugar en la vida del hombre y el honor de considerarse como su “mejor amigo.

Hay constancia, por todos los rincones del mundo, de cientos de historias impresionantes que dan fe de la fidelidad inquebrantable de muchos perros, incluso más allá de la muerte de sus dueños.

Historias cotidianas de lealtad y heroísmo que distan mucho de la protagonizada ahora por tres ejemplares de una raza potencialmente peligrosa que de ninguna manera puede demonizar a toda la especie.

Siendo los perros, en general, animales fieles que derrochan las virtudes señaladas, siguen siendo animales irracionales y por tanto influenciables por su entorno más cercano, muy especialmente aquellas razas consideradas más agresivas por su propia naturaleza.

Ni unos ni otros son un juguete para los más pequeños, por más que en las pasadas navidades, tanto Papá Noel como sus majestades los Reyes Magos, los hayan dejado como regalo en muchas de nuestras casas.

Ni son un arma de ataque, por más que un reducido grupo de individuos descerebrados, más irracionales en la práctica que los propios animales, se empeñe en hacer de ellos verdaderas bestias, capaces de morder sin clemencia a ejemplares de su propia especie o a las personas e incluso, convertidos en temibles asesinos, truncar la vida de cualquier ser humano que tenga la desgracia de cruzarse en su camino.

La vida, por lo general ya es una sucesión incesante de alegrías y tragedias, de imprevisibles sucesos favorables o desfavorables; el final de la vida de las personas puede estar agazapado en cualquier circunstancia, oculto en cualquier hecho cotidiano, puede ser natural o accidental.

Es muy lamentable que ese punto final a una vida humana lo escriban unos animales que deberían seguir siendo los “mejores amigos del hombre”, pero que malcriados por la irresponsabilidad de un puñado de dueños inapropiados acaban  convertidos en unas fieras salvajes.

La inconsciencia de sus propietarios los ha empujado a convertirse en un incontrolable peligro social que paulatinamente viene causando nuevas  desgracias.

Lamentablemente, el anciano que el pasado día cinco había sido salvajemente atacado por tres perros de la raza Rottweiler en Madrid, ha fallecido en el hospital La Paz a consecuencia de las gravísimas heridas sufridas.

Es triste que quien debería seguir siendo un “amigo” te acabe quitando la vida.