mirarse el ombligo

Mirándome el ombligo

mirarse el ombligo

Las distancias se hacen demasiado largas y los tiempos se vuelven relativos según los centímetros o kilómetros que me separan. Como relativos son los problemas. Lo personal es político y lo nuestro, lo que nos importa, se nos hace un mundo; aunque al mundo le importe un bledo la insignificancia de nuestro problema.

Cómo si no explicar que, en estos momentos, odie más la distancia que la guerra. ¿Cómo es posible que hoy ya nadie hable de ébola pero si de difteria? ¿Cómo es posible que el problema de la gente que intenta llegar a Europa en patera sea la supuesta falsa ola de inmigración y no la gente que muere? Gente que murió y que ahora ya nadie recuerda. Como nadie recuerda a las 200 niñas secuestradas por Boko Haram en Nigeria, dado que sus ombligos son negros, ya los olvidamos y solo interesaba hacerse la foto un minuto para hacer que nos importaba.

Pues por eso, porque los problemas son relativos, porque nos importamos nosotros mismos y nuestro ombligo. Empezando por una, que llevo meses compadeciéndome de mi misma cuando no tengo ningún derecho a hacerlo. Perdí la inspiración y las ganas de cambiar las cosas, con todo lo que hay que hacer… Perdí el tiempo lamiéndome las heridas.

Discúlpenme, yo también me olvidé de ustedes. Discúlpenme porque para mí la felicidad es una obligación moral para quien no tiene motivos importantes para no serlo y por un tiempo no lo fui. Discúlpenme de verdad, estaba demasiado absorta mirando mi insignificante ombligo.