Con los centrales a semifinales

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Brasil 2-1 Colombia

El día de fiesta decretado en Colombia como deferencia al hito de los cuartos de final de su selección duró 24 horas pero se extendió por 6 minutos. Fue el tiempo que le bastó a Brasil para anotar el primer gol y mostrar los dientes del hambre, peligrosos en cualquier caso.

Y es que precisamente andaba Brasil pendiente de un partido así, de los de dominio absoluto. En Castelao nadie quiso perdérselo o al menos de manera consciente y elegida por él. Por allí andaba el hombre sandía y unas cuantas almas más pero Scolari, de inicio, realizó un cambio que supo a castigo: la banda derecha estaría ocupada por Maicon en lugar de Dani Alves. De haber sido aquí, lo hubiéramos llamado señalar.

Brasil salió a comerse el balón aunque quizá la mejor manera de hacerlo ante Colombia es comer los espacios que se juegan sin él. Sin esos lugares, Colombia se pierde como un naúfrago que ni si quiera tiene un balón de voleibol. El eje Fernandinho-Paulinho -muy superior a los rivales- dio sus primeras muestras de acierto al poco del comienzo. Una recuperación del primero serviría de pase en largo a Neymar que un fuerte Zapata desvió a córner.

El mismo, botado por el astro brasileño supuso una acumulación de defensas persiguiendo a David Luiz en forma de melé ininteligible. El balón sin embargo buscó a Thiago Silva en el segundo palo, libre de la marca de Sánchez que no hizo ni el ademán. Gol brasileño y los matasuegras colombianos aun tan impolutos.

Correcalles Colombia se desquitó y todo fue un bello correcalles. Perdido el centro del campo, las ocasiones se sucedían con más peligro del lado brasileño que aunaba la presión y la triangulación en excepcionales e hirientes mordiscos de Hulk que Ostina se empeñó en soliviantar. Colombia jugaba a otra cosa. Ante pequeños avances fruto del empuje que recortaba distancia al campo brasileño como si de un partido de fútbol se tratase.

James apareció en el 21 por primera vez para propiciar un 4 contra 2, pero Cuadrado no acertó en el pase. 15 minutos después, una falta peligrosísima al borde del área fue desbaratada por Neymar a la carrera al estar situado 3 metros por delante de la línea de espuma. Así concluyó la primera mitad, con la sensación colombiana de llevarse solo un uno a cero.

cambio de actitud Los 15 minutos del descanso resultaron inversos para los dos conjuntos. Brasil salió mucho más pausado y dejando muchos más espacios, algo peligroso cuando tienes enfrente a una selección como la Colombiana. Por su parte, Colombia pareció resurgir como Kid Pambelé lo hiciera en sus combates. El aire fresco le vino con la incorporación de Adrián Ramos que sustituyó a un Ibarbo que no estuvo lo suficientemente colaborativo.

Así fueron ganando espacio y ocasiones. En una de ellas James paró el balón con el pecho y Guarín disparó alto. Unos minutos después, Velasco Carballo anuló un gol a los colombianos por fuera de juego que, tras un batiburrillo de cabezas, anotó Yepes. Cuando mejor estaba Colombia, David Luiz envió un tierra aire de una falta a un descolocado Ospina desde su casa. Limpió la escuadra y subió el 2-0 al marcador.

Tocada pero no hundida, Colombia quiso la gloria. Algo acelerada, comenzó a buscar el segundo gol antes que el primero. La lámpara se frotó y salió el genio. James sacó un pase a Bacca mirando a otro lado al que Julio Cesar llego tarde. Con esa clase, James le batió desde los 11 metros y él y Colombia volvieron a sonreir.

El resto fue empuje y ganas sin acierto. Una digna manera de decir adiós y agradecer a los colombianos el fútbol brindado y el que queda por brindar. A Brasil le quedan aun dos pasos para su objetivo y, el primero de ellos, es alto, fuerte y habla alemán.

Darío Novo / @darionovoweb