La inoperancia portuguesa le deja al borde del k.o

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Portugal 2-2 EE.UU.

Corría el minuto 94 de partido, Portugal empaquetaba los bártulos y sacaba sus tarjetas de embarque dirección Lisboa. Quizás esta marcha prematura podría significar el punto final a otra magnífica generación de futbolistas portugueses que rozaron, pero no lograron, la gloria en diferentes torneos. El desastre ibérico hacía pleno con los dos conjuntos eliminados a la primera de cambio.

Sin embargo, Cristiano Ronaldo tenía otros planes. Lastrado mentalmente debido a sus inquietantes problemas físicos, el crack había cuajado otra actuación desastrosa en este Mundial, pero nunca viene mal recordar que la calidad se sirve en pequeñas gotas atemporales. En un arranque de puro extremo, recordando a aquel prometedor joven que destrozaba caderas en la Premier League, Cristiano puso en bandeja el 2-2 a Silvestre Varela.

Salvado por la campana con el gol, Portugal respiraba aire, aunque puramente contaminado, ya que pasó del más absoluto knock out, a estar en el round 12 y necesitado de un milagro en forma de combinación inverosímil.

Pero para llegar al minuto 94 con tal grado de necesidad, obviamente, el equipo de Bento hizo las cosas muy mal.

Con un seleccionador perdido en variantes tácticas inútiles, caso flagrante el de la banda izquierda ya que pasaron por ella André Almeida, Miguel Veloso, Raúl Meireles, Varela o el propio Cristiano Ronaldo, para acabar siendo superados continuamente por Fabian Johnson.

Pero el desbarajuste portugués se cimentó sobre tres claves básicas:

Primero, porque no aprovechó el tempranero gol de Nani tras un clamoroso fallo de la defensa norteamericana.

Segundo, porque en ningún momento, a pesar de remar a favor, Portugal tuvo el control del partido. Con un equipo físicamente hundido, lastrado por lesiones y sanciones, los americanos eran bisontes al lado de los motores diésel de los jugadores lusos.

Y tercero, porque se dejó remontar un resultado favorable en apenas 20 minutos. Los goles de Jermaine Jones y del magnífico Clint Dempsey acercaban los octavos de final a unos Estados Unidos sólidos y bien armados desde el portero hasta el delantero.

Notable trabajo de Klinsmann en un país al que nos empeñamos en tildarle Mundial tras Mundial como cenicienta, pero que acumula buenos papeles en la competición una y otra vez.

Lo que sucedió en el último segundo de partido posiblemente quede en una anécdota ya que Portugal lo sigue teniendo en chino. Más allá del hueso ghanés que le aguarda en la última jornada, los lusos dependen de dos factores: el primero es golear a un equipo implacable como el africano, mientras que el segundo factor es el aroma a biscotto recién salido del horno entre alemanes y estadounidenses. Cabe recordar que un empate entre germanos y americanos daría el pase automáticamente a ambas selecciones.

Especulaciones o no, la sensación a despedida dejada ayer por Portugal será muy difícil de revertir en el último compromiso. El reloj de esta generación lusa ha sonado abruptamente y la campana está a punto de sonar…

Alejandro Briega