Centro de atención mundial

Tras el traumático varapalo sufrido en las recientes elecciones de Andalucía, en las que aquella comunidad ha decidido soberanamente dejar de ser el tradicional “granero” de votos del socialismo español, no se puede responsabilizar únicamente a la lista encabezada por el marido de la señora del “Word perfect” y la FAFFE, es innegable que un buen porcentaje del desastre corresponde a Sánchez.

La meteórica ascensión del IPC sigue poniendo en apuros a miles de familias, que ven cómo los huevos, la leche, la carne, las patatas, el pescado, la fruta… se van convirtiendo en artículos de “lujo”.

Y al tiempo los carburantes, pese al “donativo” gubernamental, siguen consumiendo una buena parte de los ingresos de la gente en plena desbandada vacacional.

Por si no era suficiente el desencanto, los sucesos de la valla de Melilla, una auténtica masacre a las puertas de nuestra frontera por parte de la gendarmería marroquí, ponen en serios aprietos al presidente, no sólo por no condenar enérgicamente la brutalidad en la contención de los inmigrantes, sino por insistir en elogiar a los agentes marroquís y felicitar a su gobierno por reprimir la avalancha.

Le pide explicaciones la oposición y se lo piden sus socios de gobierno y tendrá que darlas; se puede impedir que la madre de los hijos del que fuera vicepresidente de su opinión en rueda de prensa y sea la Ministra Portavoz, reconvertida en el espectro de Iker Casillas, quien pare las preguntas directas de los periodistas hasta en cinco ocasiones, pero no se puede evitar que otros miembros destacados de Unidas Podemos exijan “aclarar lo sucedido”.

Pero no todo van a ser desgracias y por mucho que incomode a los “pacifistas” de la parte morada del Consejo de Ministros, hoy comienza la Cumbre de la OTAN en un Madrid tomado literalmente por las fuerzas de seguridad y Sánchez, anfitrión de ¡CUARENTA LÍDERES MUNDIALES!, se convierte en centro de atención mundial.

Podrá incluso anunciar solemnemente una mayor aportación española a la alianza aunque pataleen los morados; seguro que los aplausos sobrepasan sus reproches y sus gritos de “¡OTAN NO!, ¡BASES FUERA!, sacados de los baúles de la historia, acabarán sonando como algo anecdótico.

Tendrá la oportunidad de explayarse con Biden y comentar con él, más ampliamente, todos los temas de los que le habría gustado dialogar en los fugaces encuentros previos, si no hubieran durado lo que duraron.

Ni siquiera le reprocharán que gente de la coalición de su gobierno, incluido un secretario de estado comunista, al que los contribuyentes españoles pagamos un sueldo de 123.772,48 euros anuales, participe en manifestaciones o actos contrarios a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y contra el propio gobierno de España.

Es previsible que en estos tres días, la reconocida solvencia y eficacia de nuestras fuerzas de seguridad, eviten cualquier intento de perturbar el normal desarrollo de la cumbre y que la OTAN salga de Madrid mucho más reforzada.

Mucho más fuerte y decidida a mejorar sus capacidades defensivas para persuadir a terceros países, léase RUSIA, de su empeño ofensivo casi enfermizo de ampliar su ya muy extenso territorio más allá de Ucrania, país al que ataca sin miramientos desde hace cuatro meses.

Y si todo sale bien, Sánchez será elogiado en una buena parte del mundo, pero ya sabe, “doctor”, las glorias suelen ser efímeras y el día uno de julio casi todo seguirá donde lo dejamos.