Carrera espacial catalana

Hoy, 22 de marzo del segundo año de pandemia, a las 07:07 hora española, desde el cosmódromo de Baikonur, en la ex república soviética de Kazajistán y en un segundo intento, el cohete ruso SOYUZ 2.1a, ha lanzado al espacio el primer nanosatélite de la Generalitat de Cataluña, que, para esquivar a la Agencia Europea del Espacio, descartó hacerlo desde sus bases reguladas de Noruega, Polonia o Italia.

El artilugio en cuestión se llama ENXANETA, por decisión de los niños que lo votaron así en un concurso televisivo, nombre que curiosamente es el que se da al niño, o niña, que corona sus famosos “castells”.

El objetivo es “mejorar la conectividad de Cataluña y la observación de la tierra” y será controlado desde la estación situada en el Observatorio Astronómico del Montsec, en Sant Esteve de la Sarga, en la provincia de Lérida.  

Éste es sólo un primer paso en su carrera espacial, ya que tienen previsto un segundo lanzamiento a finales de este año o principios de 2022 y según los cálculos de los promotores, el proyecto podría crear 1.200 puestos de trabajo en los próximos 4 años y alcanzar una facturación de 280 millones de euros.

El Enxaneta es un modelo “CubeSat” de tres unidades de un tamaño similar al de una caja de zapatos y estará en órbita a unos 500 kilómetros de la tierra.

Este lanzamiento confirma que las autoridades de la comunidad autónoma catalana tienen su peculiar orden de prioridades y mientras dejan a un lado los graves problemas “terrenales” que acucian en estos tiempos a sus ciudadanos, optan por lanzarse a la aventura del espacio.

Una aventura tecnológica en la que a priori se van a gastar “sólo”18 millones de euros en cuatro años.

Puede parecer, cuando menos sorprendente, que esa cifra no se destine a mantener en pie a pequeñas y medianas empresas o a autónomos que después de toda una vida de lucha y sacrificios y más de un año de gravísimas dificultades, siguen esperando ayudas, cerrando sus negocios y condenando al desempleo a muchas más personas de las que en los próximos años pueda dar trabajo la “NASA catalana”, pero doctores tiene la iglesia, todo sea por la tecnología.

No es previsible que cunda el ejemplo y los gobernantes de Castilla La Mancha, Extremadura, Aragón o Galicia se vayan a lanzar a una alocada carrera espacial para “mejorar la conectividad” y “observar sus territorios” desde arriba.

Pero sí cabe la posibilidad de que quienes ya comprobaron que su utópica república no tenía, ni tiene cabida, a ras de suelo, hayan pensado que este primer paso de su Enxaneta, pueda permitirles, tras unas décadas de carrera espacial, llegar a la superficie de algún lejano planeta, donde nadie les pueda impedir clavar su bandera independentista.