¡Gracias! a quienes nos hacen más fácil la elección

Ante cualquier cita electoral hay siempre quienes mantienen su indecisión hasta el mismo momento de ir al colegio electoral y teóricamente es a ellos a los que van dirigidos los mensajes y propuestas de las campañas, en un intento desesperado de “arrimarlos” como sardinas a sus ascuas.

Los políticos, abonados a la palabrería, como los charlatanes de feria que ofrecen crece pelos, reúnen en sus mítines y actos de campaña a sus grupos de fieles, hombres y mujeres incondicionales, que ya no necesitan ser convencidos de nada porque les votarían aunque les aseguraran que son capaces de hacer esferas en forma de cubo.

Los últimos 14 meses han sido difíciles para la mayoría; especialmente duros para muchos ciudadanos, para los sanitarios, las fuerzas de orden público, los trabajadores de las actividades esenciales y para todos los colectivos que han tenido que estar al pie del cañón durante la pandemia.

Meses dolorosos para quienes han perdido a sus familiares y para quienes han padecido la enfermedad y angustiosos para quienes han perdido su empleo y para los autónomos y empresarios que han tenido que cerrar sus negocios.

Ante una situación generalizada de calamidad, no todos los gobernantes han sabido estar a la altura, hacer frente a la situación de la mejor manera posible y los ciudadanos, condenados a ser poco más que dóciles espectadores, han tomado buena nota de cuanto sucedía a su alrededor y se han “quedado con las caras” de quienes se han preocupado más o menos por ellos.

Algunos dieron por derrotado varias veces al virus antes de tiempo y ahora dan por vacunada a la ciudadanía antes de contar con dosis suficientes; tomaron decisiones tardías, equivocadas y contraproducentes apoyadas en expertos fantasmas; dejaron atrás a demasiada gente, hicieron que saliéramos más débiles, impidieron que derrotáramos unidos al virus, permitiendo que cada autonomía actuara por libre y ahora dejan en sus manos la gestión de la pandemia para cuando caduque el estado de alarma, en lugar de ser ellos quienes cojan al toro por los cuernos.

Poco que alabar a quien presidía el Ministerio de Derechos Sociales y ahora, forzado a tratar de salvar “su” barco morado, que no a los madrileños, expide “certificados de demócrata” y señala como suyos algunos barrios,  demonizando a quienes con total libertad y derecho los visitan para recordar a la gente que hay otras opciones y otros colores que no prometen “asaltar los cielos”, pero les aseguran que no favorecerán las ocupaciones, que no promoverán las expropiaciones, que no les subirán los impuestos, que fomentarán la creación de empleo e incentivarán a las empresas que generan trabajo y riqueza y no se limitarán sólo a repartir la de todos…

Sí, se trata de una votación autonómica, pero dado que el propio presidente ha irrumpido como elefante en una cacharrería para dar “alegría electoral” a una candidatura sin “gracia”, conviene recordar todas las mentiras e incumplimientos de palabra que salpican su corta trayectoria, sus “coqueteos” con los separatistas, nacionalistas y pro etarras y especialmente su claro “desprecio” y sus repetidos agravios comparativos a la Comunidad de Madrid, por no estar gobernada por los suyos.

Se atribuye al poeta, novelista y cantautor canadiense Leonard Cohen, fallecido en 2016, la frase “A veces uno sabe de qué lado estar simplemente viendo quienes están del otro lado”.

Ese razonamiento viene que ni pintado para  muchos de los que residimos en la Comunidad de Madrid y que, a las puertas de unas elecciones autonómicas, ya sabemos para quién NO será nuestro voto. ¡Gracias!, a quienes con su sectarismo y su asombrosa facilidad para hacer justo lo contrario de lo que prometen, nos hacen más fácil la elección.