Un año más tarde…

Un año más tarde y curiosamente en el Día Internacional de la Mujer, el balance no puede ser más catastrófico, ya se han superado los 3.150.000 contagios y las muertes “oficiales” van camino de las 72.000.

Según las cifras publicadas, al cierre de febrero, 4 millones de trabajadores se encontraban en paro y más de 900.000 en ERTE, con serias posibilidades de que una buena parte de ellos acaben finalmente en el primer grupo.

Más de 200.000 empresas de todos los tamaños han cerrado en este tiempo y se han producido 350.000 bajas de autónomos.

El turismo, pilar fundamental de la economía española, pasó de casi 84 millones de visitantes en 2019 a apenas 19 millones en 2020, lo que ha afectado muy gravemente a la hostelería y los transportes, especialmente a las compañías aéreas. Muchos otros sectores también han besado la lona.

Duro varapalo, tan doloroso como irreversible, para gran número de pequeños comercios de todo tipo, con la excepción de los dedicados a alimentación.

Triste que algunos de ellos, levantados a base de sudores y lágrimas y regentados durante décadas por varias generaciones familiares, desbordados por las circunstancias, las restricciones y los gastos, hayan bajado definitivamente sus persianas.

Dramáticas las largas colas del hambre que pintan la estampa más desoladora en numerosas calles a lo largo y ancho del país, formadas por mujeres y hombres de un amplio abanico de edad, en busca de productos de primera necesidad, que les permitan sobrevivir.

Encomiable la labor caritativa y solidaria de infinidad de asociaciones, instituciones, centros sociales, parroquias, grupos de vecinos, empresas y particulares empeñados no ya en “salir más fuertes”, como con demasiado optimismo aventuró nuestro presidente, sino simplemente en salir adelante.

Indignante que el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, a día de hoy, desconozca el número de personas que acuden a esas colas como única solución a sus graves problemas de subsistencia, cuando curiosamente entre sus “metas”, concretamente en la 2.1 establecieron “poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año”.

Un año más tarde, el lento “goteo” de vacunas va arrinconando día a día al virus y abriéndonos las puertas, desde la absoluta anormalidad del último año, hacia una “nueva normalidad” que difícilmente será la de antes.

Sería largo detallar todas las decisiones equivocadas que nos han traído hasta aquí; nos aseguraron que no iban a dejar a nadie atrás, sin pararse a pensar demasiado cómo hacerlo y es evidente que no han podido cumplir su palabra.

Un año más tarde son demasiados los sueños que se han quedado en el camino  y demasiadas las vidas perdidas; las calles de España están más vacías y los cementerios mucho más llenos.