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Giovanni es un chico de apariencia treintañera y experiencia de veintipocos en el arte de la supervivencia callejera. A él debo la luz con que brilla Madrid hoy, apartando las sombras de ayer, a través del filtro de mis pupilas. Porque él puso Madrid, sin saberlo, en contexto. Y lo hizo a 8.000 kilómetros de distancia, con una serenidad pasmosa. La de quien ha crecido en la dureza de la Comuna 13 de Medellín.

21 barrios separados por fronteras de cemento. Incursiones juveniles con objetivos cuasi bélicos. Herir sin ser herido. Matar sobreviviendo. Cada esquina de su barrio, tatuado metro a metro con spray, es un deje melancólico en su voz, y una lección en nuestras conciencias. Historias de balaceras, cuchilladas y pandillas ayer, y por ayer un lustro; hoy meras rencillas personales. “No os asustéis si escuchamos disparos. Si suenan, serán lejanos”.

Cae la noche y se ilumina el valle. Ruido, luz y caos. Belleza devastadora. Giovanni nos adentra en la sombra de las postales. Se desenvuelve a través de las anárquicas esquinas de hormigón como ambicionarían los gatos de Lavapiés. Saluda y recibe saludo. Nuestra seguridad es su respeto. Si existe grandeza en viajar, es basar tu integridad en la confianza en completos desconocidos. Nunca olvidaré Colombia.

Volviendo a casa, el chófer nos confirma que no habrá rumba esta noche. Mañana hay referéndum y, como medida para fomentar participación, Ley Seca. Ni un solo trago a partir de las seis.

El colombiano se encuentra frente al espejo de la oportunidad de votar siete cuestiones que se cierran en dos: sí o no a la corrupción (sic), sí o no a bajar el, a todas luces, desproporcionado salario de sus políticos. Preguntamos si votará. “Evidentemente”, responde. “No solo yo, también mi familia. Les llevo a todos.”

A la mañana siguiente, en portada: participación inferior al 33% y fracaso de la consulta. “Somos el primer país del mundo al que ladrones preguntan si queremos seguir siendo robados o no. Y lo peor es que respondemos: venga, sí, un poquito.” Tampoco olvidaré el tono melodramático del taxista. Sarcasmos edulcorantes. Instinto de anclaje a la esperanza.

Aterriza el 787 en Barajas. Revisión de material y reflexión comparativa. Ninguna gana de leer los informativos españoles. Qué sencillo denunciar diversidad sociocultural sin bajar del nivel sobresaliente. Servicios públicos de precariedad excelente. Inseguridad ciudadana caminando solos y desarmados de madrugada. Qué necesario el contexto. Cuánta demanda de realidad.