segunda etapa tour contador

Etapa 2: Contador y Froome distancian a Quintana y Nibali en el caos del viento

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Sólo con un comienzo como el de ayer se podría prever un final como el que hubo. Una orquesta, sol radiante y niños rubios cortando la cinta en la salida de Utrecht que sonaban a amenaza de película de miedo en la que estudiantes americanos se pierden en un bosque y ya no hay marcha atrás. Nunca sabremos si a modo de amenaza o como aviso, la realización televisiva ofrecía con pantalla partida el sol y el infierno de la meta: un dique plagado de niebla, lluevia y viento en el que solo faltaban seres mitológicos.

En el ciclismo moderno, lleva tiempo ocurriendo que la primera meta volante es el kilómetro 0. En él, cuatro ciclistas conformaron una fuga que duró hasta que el Etixx y el Tinkoff quiesieron, que no fue mucho. Una vez echada abajo, el sol se marchó, comenzó el viento y con él, los abanicos y alguien de la organizacion acarició a su gato sentado en un sofá marcando con fluorescente su guion escrito.

En medio de los nervios, Alberto Contador hizo un gesto y el Tinkoff dinamitó la carrera. Un abanico dejó por delante a Froome, el propio Contador y Nibali, este último con un solo hombre que le acompañara. Por detrás Alejandro Valverde, Nairo Quintana, Thibaut Pinot, Peraud y Joaquim Rodríguez perdían, a 50 a meta, 43 segundos.

Fue  una guerra multipantalla con dos grupos contra el crono. El primero se partió y en el corte se quedó Nibali y el maillot amarillo del australiano del BMC, Rohan Dennnis. Los seres mitológicos comenzaron a hacer de las suyas en forma de caídas al unísono entre rotonda y rotonda y prepararon al último ganador del Tour una sorpresa en forma de pinchazo cuyo equipo, el Astana, en versión desuellamantes, no fue capaz de cambiar de bicicleta y sí de rueda y lo hicieron tan lento que no sabíamos si empujarles o decirles lo que se le venía por detrás.

Con el pescado vendido, los favoritos se dividieron entre los dos grupos con Froome y Contador por delante y Nibali y Quintana con una diferencia que no se movía de un minuto. La caída de Anacona, ralentizó al grupo trasero que veía como se alejaban a partes iguales la meta y el Tour.

La llegada fue un sprint de libro entre Greipel, Sagan -que pinchó a pocos kilómetros de meta y pagó el esfuerzo del renganche- y Cancellara. Una etapa así solo pudo terminar con foto finish que fue para el alemán Greipel, aunque Cancellara se llevaría dos besos en el podium y el amarillo.

 

El tic tac del reloj comenzó a sonar entonces bendito para unos y maldito para otros. Froome picó en meta cuatro segundos sobre Contador y un minuto y veintiocho segundos sobre el resto de favoritos que miró al cronómetro encogido de hombros, mojados pero vivos sin quitarse de la mente aquellas malévolas sonrisas rubias que habían visto apenas tres horas antes.