cuarta etapa tpur tony martín

Tony Martin vence y se viste de amarillo en el pavés

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El pavés pierde sin lluvia como el banquero sin traje, la universitaria sin carpeta, el jardín sin flores. La lluvia nos hizo echar de menos un poco el año pasado, con su intríngulis y su dificultad. También es cierto que, cuando pusimos las cosas en la balanza, nos compensa el hecho de seguir teniendo Tour por delante. Y eso es mucho compensar.

Era la jornada más larga de la ronda gala y así fue e incluso, podemos decir, que en algunos momentos así se nos hizo. El sprint sin bonificación que es la línea de salida volvió a dar sus frutos y cuatro hombres encaminaron su viaje a ninguna parte. Cuando uno lleva mucho ciclismo del moderno visto, empieza a no creer en ellas, como los propios ciclistas y todo se convierte en un pinganillo que es la manera moderna de decir tedio.

Aunque la honra es eterna. En este caso los nombres de la escapada fueron los de Lieuwe Westra (Astana), Thomas De Gendt (Lotto-Soudal), Perrig Quémeneur (Europcar) y Frédéric Brun (Bretagne-Séché Environnement). Llegaron a tener hasta 9 minutos de distancia con el pelotón e incluso, cuando se acercaban, el cambio de bicicletas les volvió a dar una tregua.

A pear de eso, la fuga cayó, como mandaban los cánones. El pavés es un escaparate televisivo que se vende a precio de loza. Con la captura del enemigo, comenzó la guerra. El Astana, fiel a su cita, se hizo dueño del pelotón cuando quedaba todo el pavés posible. La fila de  a uno se hizo necesaria y se sucedieron los codazos, los cunetazos y el humo de dibujos animados.

Sería imposible destacar todo lo que pasa en una pelea de barro. Froome luchó como pollo sin cabeza y, queremos pensar que fruto de su fijación con el potenciómetro, comenzó con sus rivales un «a mí Sabino que los arrollo». El otro nombre del día fue Pinot a quien los problemas mecánicos no le dejaron hacer más. Le vimos con fallos de cambio de rueda, sin bici de recambio, discutiendo con sus compañeros y por un momento pensamos que fuera Alonso en McLaren.

El susto vino por una entrega de Nibali cuando el pavés llamaba a asfalto. El italiano, cómodo como un guiri en Mallorca, lanzó cuantos ataques pudo en el abrupto terreno. Llegó a desconectar a Quintana y a Contador pero la lejanía no fue la suficiente.

Ya en terreno cristiano, los 30 elegidos se jugarían la victoria al sprint o lanzando un ‘novia a la fuga’ como así sucedió. En nuestros adentros, mirábamos de soslayo al maillot rojigualdo de Valverde pero quien se tomó la venganza de lo del día anterior fue Tony Martin del Etixx que saltó del pelotón como si no hubiera un mañana. Alzó los brazos y se vistió de amarillo. Por detrás, entre los favoritos, todo siguió igual y entraron casi de la mano pensando en que no solo hay un mañana sino todo un Tour por delante.

 

Darío Novo