El problema de los incendios, antes de apagar hay que prevenir
Cada año en España los incendios forestales representan una amenaza muy grave especialmente durante los meses de julio y agosto.
Este problema, cada vez más recurrente y dadas las dimensiones de los incendios cada vez más grave, afecta ya tanto al medio ambiente como al medio rural, lo que se convierte en un gran descalabro a la economía del país como y un evidente riesgo a la propia seguridad de las personas.
Este verano en particular, los incendios han sido han sido especialmente virulentos y de unas dimensiones catastróficas y lo que en definitiva sustancia las distintas tesis de las causas principales pueden ser varias, entre ellas cabe destacar las altas temperaturas y sequías que se están produciendo cada vez más a menudo ya que el verano español está siendo extremadamente caluroso y seco, especialmente en el sur y el interior del país, condiciones estas que obviamente favorecen la propagación rápida del fuego.
Es evidente que hay motivos suficientemente probados para creer que el cambio climático puede ser en cierta medida responsable ya que el aumento global de las temperaturas provoca olas de calor más intensas y prolongadas.
Además, reduce la humedad en los suelos y la vegetación, creando un entorno altamente inflamable.
Por otro lado las razones que más peso tienen, es la acción de la mano del hombre, por lo que según las investigaciones de los técnicos en la materia, atribuyen gran parte de estos incendios a la provocación bien por descuidos como colillas mal apagadas, barbacoas mal ubicadas etc., pero también de forma intencionada por pirómanos o gente mal intencionada que se convierte en peligrosos incendiarios y esto motiva que más del 90% de los incendios forestales en España sean consecuencia de la acción humana.
Existe otro factor a tener en cuenta y es el abandono rural, lo que ahora se conoce como la España vaciada o la despoblación del campo que ha provocado que muchas zonas rurales queden sin limpiar ni cuidar.
Esto deja acumulaciones de maleza seca que nadie elimina y que actúa como combustible y hace de acelerante del fuego, algo que en otros tiempo no ocurría porque eran los propios vecinos quienes se encargaban de eliminarlas bien por vía natural con rebaños de ovejas, cabras o ganado que se comían ese pasto o la propia siega de de los vecinos.
Lo que es evidente a todas luces es que las consecuencias son devastadoras y afectan a varios aspectos, primero la gran pérdida de la biodiversidad en miles de hectáreas de bosques y hábitats naturales que desaparecen cada año.
Por otro lado el impacto en la salud humana provocada por el humo, cenizas y polvo en suspensión que generan los incendios afecta a la calidad del aire y los consecuentes problemas respiratorios.
En otro aspecto están los daños económicos muy cuantiosos que afectan al mundo rural, ya que los agricultores, ganaderos y el sector turístico sufren pérdidas millonarias, no solo por la pérdida de bienes materiales que se queman, sino el riesgo que supone para la población una evacuación por la proximidad del fuego
Los incendios de verano en España son un problema complejo que requiere una respuesta coordinada entre autoridades, ciudadanos y expertos.
Solo con una estrategia integral que combine prevención, educación, vigilancia y acción climática se podrá frenar esta amenaza que cada año arrasa con miles de hectáreas de nuestro patrimonio natural.
Es fundamental generar medidas mas efectivas para prevenir y reducir esta emergencia con campañas de concienciación ciudadana para evitar comportamientos de riesgo. Mayor vigilancia en zonas forestales, especialmente durante olas de calor.
Planes de limpieza y mantenimiento de los montes y zonas rurales. Más tecnología y medios aéreos para detectar y apagar fuegos de forma rápida y efectiva, el fomento de la vida rural activa, lo que implica una gestión más directa del terreno forestal.
Es fundamental invertir en educación ambiental, pero, sobre todo, es necesario un cambio cultural y entender que los bosques no son solo paisajes bonitos, sino parte esencial de nuestro equilibrio ecológico y de nuestro futuro.
Con más voluntad política, responsabilidad ciudadana y una gestión adecuada del territorio, es posible reducir su número y sus efectos. No podemos seguir permitiendo que cada verano se repita la misma tragedia ambiental.