A los amiguetes lo que pidan

Cuando a un mentiroso compulsivo se le ha calado suficientemente conviene poner en cuarentena cualquier cosa que diga, incluso si, metido a meteorólogo, se atreviera a pronosticar que esta misma tarde va a llover.

Rebosa la hemeroteca de todas las contradicciones que en los últimos años han acabado por confirmar que muchas de las cosas que aseguró, con reiteración y aparente contundencia, eran pura palabrería del momento sin ninguna intención de mantenerlas.

Lo ha hecho en las cuatro estaciones del año, así que no se extrañen si uno de estos días, a alguien le da por recopilarlas y editar una enciclopedia o incluso hacer una serie.

Cuando alguien, habitualmente, acaba haciendo justo lo contrario de lo que había prometido no hacer, su palabra, sea cual sea la importancia de su cargo, no tiene valor alguno.

No es cuestión ahora de detallar una por una todas sus contradicciones ya que la mayoría de ellas le siguen siendo recordadas hasta la saciedad y quien más quien menos aún las tiene grabadas a fuego en la memoria.

No se trata de mentiras piadosas, de las que todos, en algún momento, hemos hecho uso para no herir a otros innecesariamente, para evitar preocupaciones inútiles, para animar a alguien a seguir intentando algo que no le conducirá a nada…

Cuando alguien hace lo contrario de lo que dijo que haría, en asuntos importantes, la gravedad es proporcional a las consecuencias que puede producir.

Asistimos en estos días, sin sorpresa porque era algo que se veía venir de lejos, al cambio de criterio en un asunto tan delicado como la sedición, cuyos sinónimos, rebelión, sublevación, alzamiento, levantamiento, insurrección… son ya de por sí tan explícitos que no es necesario ampliar detalles.

Resulta, especialmente indignante, que alguien haga ahora lo contrario de lo que prometió solemnemente a todos y “pierda el culo” por derogar antes de fin de año un delito tan grave, confundiendo a la ciudadanía con argumentos que no aguantan el soplo de la brisa.

Es una falacia decir que vamos a “homogeneizar” nuestro Código Penal de 1995 con los países de nuestro entorno, cuando en Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Portugal… existen condenas más duras para delitos similares, por lo que insistir en la “europeización” no se sostiene.

Se entendería en un mentiroso que al menos, cuando queda al descubierto, tuviera la valentía de admitir que sí, que lo hace por una simple cuestión de supervivencia, que ésa es su única tabla de salvación, que corre peligro su mandato…

No se puede admitir de ninguna manera la traición descarada a la mayoría por dar a los amiguetes lo que pidan, mientras con absoluto descaro reiteran su intención de volver a las andadas.

Hoy, en contra de la opinión mayoritaria, incluso de su propia gente, cede al chantaje de intereses muy minoritarios; ahora es la sedición pero mañana se modificará el delito de malversación, si es que a día de hoy los separatistas no han redactado ya las líneas maestras de lo que les “gustaría” ver detallado en el nuevo Código Penal.

Y seguirá durmiendo plácidamente en su colchón, mientras unos pocos se ríen a carcajadas sabedores de que cuando vuelva a repetirse la historia de hace cinco años, les puede salir gratis total.

Nuestro único consuelo, su castigo, cuando llegue el momento, en las urnas.