Buenos deseos

Cuando se parte de falsas premisas el resultado no puede llevar a una conclusión razonable y en el peor de los casos no puede conducir a nada bueno.

Putin ha intentado justificar su ataque a Ucrania en base a falsas acusaciones sin fundamento, ni pruebas, contra Ucrania, tales como que es un “régimen neonazi”, que viene practicando un “genocidio sistemático contra la población prorrusa del Dombás” e incluso que estaría “tratando de obtener una bomba atómica”.

El informe de Amnistía Internacional correspondiente al periodo 2020/2021 sobre violación de los derechos humanos en Ucrania apenas refleja muy contadas denuncias de violencia policial contra algunos detenidos, hechos que siendo totalmente condenables, no son por desgracia los únicos ni los más graves producidos en el resto del mundo y que en ningún caso justificarían que el “Sheriff” Vladimir pudiera estar facultado por nada, ni nadie, para “impartir justicia”, desenfundar su arma y lanzarse a la conquista de “su” oeste.

Algunos mandatarios europeos, como Macron, Scholz y Johnson, entre otros, han intentado hacerle entrar en razón primero para evitar la guerra y ahora para pararla, pero todos sus esfuerzos han resultado inútiles.

Una guerra que para los ciudadanos rusos, cuyas familias han “enviado” a sus hijos a luchar contra sus vecinos, NO EXISTE.

Esta es una guerra de la que ni siquiera pueden hablar, ni contra la que pueden manifestarse porque son detenidos y condenados; cualquier término relacionado con conflicto, ofensiva, invasión, muerte de civiles, está prohibido para los medios de comunicación rusos y para los medios extranjeros que se han visto obligados a abandonar Rusia, ante la posibilidad cierta de ser encarcelados.

Ayer, el nuevo “Hitler” confirmó a Macron que “no va a parar la guerra hasta conseguir los objetivos que se ha marcado”, que “los logrará con el diálogo o con la rendición”; admitir, cuando se cumplen 11 días del inicio de los ataques, que ha sido un error y replegar a su ejército es algo impensable. Cuando una de las partes no tiene ninguna intención de apartarse ni un milímetro de su postura inicial, no cambiar ni una coma de su plan previsto, cualquier esfuerzo por hacerle entrar en razón está condenado al fracaso y el mundo entero ya se ha percatado de eso.

Con algunas excepciones, porque aquí, en España, las ministras Montero y Belarra, Belarra y Montero, que igual da, manteniendo una postura contraria a la oficial del Gobierno, que ha realizado varios envíos de armas a Ucrania, siguen empeñadas en la vía diplomática para “pararle los pies a Putin”.

¿A qué espera Sánchez, ahora en el “lado correcto de la historia”, para prestarles “su” Falcón y dejar que se planten en Moscú con lo más florido de su feminismo, intentar convencer a Putin y apuntarse el éxito de sus vidas?.

Cuando ha quedado demostrado que las mejores intenciones no detienen los tanques, que las palabras no paran las balas, que ningún razonamiento desactiva los misiles, lo suyo, en el mejor de los casos, sólo son buenos deseos que frente a la locura desatada de Putin, tienen asegurado el fracaso.