El tamaño no importa

Se podría pensar que tras ocho meses sin gobierno, la formación de uno nuevo debería hacernos dar saltos de alegría, pero nada más lejos de la realidad.

La investidura dejó claros los intereses de cuantos dieron el “SÍ” a Sánchez para la presidencia del Gobierno de España y no es un secreto que esos intereses eran de todos los colores.

Intereses evidentes del partido “multicolor” de los morados, que con el peor resultado electoral de su cortísima historia, se hace con una vicepresidencia y cuatro ministerios, incluido uno para el comunista Garzón, que hay que ser agradecidos con quien “integró” a IU en el conglomerado de los “círculos” asegurándose, eso sí su éxito personal.

Qué decir de los intereses personales de la pareja de La Navata, que según las malas lenguas podría ingresar unos 14.000 euros mensuales por sus carteras al llevarse dos “premios” importantes en el “sorteo”.

Intereses del PNV que llueva, truene, granice, haga sol, mande quien mande, no hace ascos a izquierdas, derechas o centro, con tal de arrimar ascuas a su sardina y lograr lo que pida.

Intereses de los minoritarios, regionalistas casi testimoniales, que a cambio de promesas para sus territorios dieron sus votos, imprescindibles para una investidura por la mínima.

Claros también los intereses de los proetarras, que incluso mostraron su predisposición al “SÍ” para el supuesto de que entre las filas socialistas a alguien le diera un “arrebato de sensatez” y votara “NO” a Sánchez.

Saben que un gobierno de izquierdas es lo menos malo para acabar de blanquear su pasado, su presente y especialmente para hacer más llevadero el futuro de los terroristas de la banda que aún cumplen condenas por sus crímenes y hacerles soñar con una patria vasca independiente, una vez “absorbida” Navarra.   

Cristalina la postura de ERC que “vendió” su abstención por un puñado de concesiones, cuyo detalle posiblemente iremos conociendo por entregas en breve y cuyos negociadores, que en ningún momento han jurado renunciar a la autodeterminación y a la amnistía para sus condenados, esperan ya, impacientes sentados en esa “mesa de diálogo entre gobiernos”.

El nombramiento de la que era ministra de justicia como Fiscal General del Estado evidencia que la “desjudicialización del conflicto” ya ha comenzado, que Sánchez, al menos en eso no les ha mentido, que puede tener todo “controlado”.

Hoy, cuando ya ha tomado posesión de sus carteras el gobierno más numeroso desde Adolfo Suárez, ¡será por presupuesto!, vemos que Sánchez ha decidido algo distinto a compartir gobierno, ha creado más ministerios para seguir manteniendo el número de los que ya tenía y poder dejar a sus socios morados una mínima parte del pastel.

Confiemos en que semejante derroche ministerial no lleve aparejada la recomendación a los ciudadanos para que nos apretemos el cinturón, que si el déficit sigue aumentando, que si nos sobrevuelan vientos de crisis económica, que el si el paro no acaba de reducirse, que si las pensiones están en serio riesgo de colapso…

Hay quien ya bromea con que las reuniones del Consejo de Ministros van a tener que hacerse en un centro de convenciones, pero seguro que si se acercan un poco más las sillas, el nuevo “camarote de los hermanos Marx”, no tendrá que cambiar de sede.

Nos asegura el presidente que “el gobierno tendrá varias voces, pero caminará en una única dirección” y aunque le podemos dar el beneficio de la duda, mucho nos tememos que coordinar un “coro” equivalente a dos equipos de fútbol no va a resultar nada fácil.

Y no nos engañemos, el tamaño no es una garantía de éxito, los ciudadanos, ciudadanas incluidas, podrían dar sobrada fe de ello; podemos admitir que el tamaño no importa, pero no olvidemos que lo que esperamos es que la calidad de todos ellos acabe resultando satisfactoria para la mayoría.