Grave irresponsabilidad

Cualquiera, con dos dedos de frente, algo que se presupone en quienes tienen la capacidad de tomar decisiones y la responsabilidad de hacerlo, habría visto venir la que se avecinaba después de tanto tiempo de restricciones.

Lo avisaron los jueces, echando en cara al Gobierno su “pasividad y dejación de funciones”, pero su reproche ha caído en saco roto y abierta la jaula, quien más quien menos, después de tan largo “encierro”,  ha volado fuera de ella.

Sánchez, que era quien podía hacerlo, como muy tarde una vez concluida la campaña electoral de Madrid, para no interferirla, desoyendo a los verdaderos expertos en la pandemia e incluso a alguno de sus “barones”, ha preferido “ausentarse”.

Aunque se pretenda minimizar el fracaso electoral en la Comunidad de Madrid y limitar las responsabilidades a Gabilondo y Franco, el presidente de todos los españoles debería analizar muy seriamente si al margen de otras circunstancias, el hecho de haberse puesto de perfil ante la pandemia y no haber tenido la valentía de someter al Congreso una prórroga del estado de alarma, o las reformas legales necesarias, no ha sido también un factor determinante en la histórica derrota del PSOE.

Es cierto que la vacunación sigue a buen ritmo y que es posible que se acelere hasta lograr que una inmensa mayoría se encuentre “protegida” y que la posibilidad de volver a una normalidad aceptable se adivina en el horizonte.

Pero no es menos cierto que a día de hoy, 24 horas después de que haya concluido el estado de alarma, la cifra de contagios está a punto de superar los 3.600.000, los muertos oficiales se acercan a 80.000, se mantiene una incidencia de 120 casos por 100.000 y más de 2.000 personas se encuentran ingresadas en las UCI.

Lo sucedido desde los primeros minutos del fin del estado de alarma, siendo muy lamentable, estaba cantado; las aglomeraciones festivas multitudinarias en casi todas las regiones del país no se hicieron esperar en cuanto que el reloj señaló las 00:00 horas del 9 de mayo, España era una “fiesta”.

Ante un asunto vital, cuando la responsabilidad institucional brilla por su ausencia, debería haberse hecho valer la responsabilidad individual, pero para no desentonar, también falló en gran medida.

No se puede exigir absoluta cordura a los ciudadanos cuando se echa en falta en quienes nos gobiernan y eludiendo sus obligaciones de velar por el bienestar de todos, no han sido capaces de promover las modificaciones legales oportunas que, sin eliminar libertades fundamentales, pusieran un poco de orden en el desbarajuste que supone que cada comunidad improvise sobre la marcha lo que está permitido o no está permitido hacer.

Aunque nos lo aseguraran hace casi un año, seguimos sin “derrotar al virus”, seguimos sin “controlar la pandemia”, surgen nuevas variantes y resulta inquietante el hecho de que Simón nos tranquilice con su “la variante india no es preocupante por ahora”.

No dejen a la mayor o menor “sensibilidad” de los tribunales dar el visto bueno a las decisiones autonómicas y tomen al toro por los cuernos, para no lamentar en dos semanas no haberlo hecho.

Comportémonos todos con sensatez y responsabilidad; ellos saben que es su obligación pero es posible que se hayan olvidado de que su grave irresponsabilidad podría resultar imperdonable.