Las urnas dan a Sánchez un auténtico doctorado

Seguramente, el “Doctor” Sánchez aún sigue dando saltos de alegría a la vista de los resultados salidos de las urnas y se estará frotando las manos pensando que si con tan sólo 84 diputados se convirtió en presidente del gobierno de España, con los 123 logrados ayer, ¡es el rey del mambo! Y hasta podría arriesgarse a gobernar solo buscando apoyos puntuales para sus propuestas, consciente de que si tiene algo que ofrecerles, no le faltarán “interesados”.

Todo lo contrario que el impulsivo Pablo Casado, que ha demostrado no ser, a pesar de haber ganado las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría, el candidato idóneo, capaz de mantener mucho más dignamente la segunda posición lograda y que a buen seguro aún estará dándose cabezazos contra los tabiques de Génova.

Con seguridad tratarán, él y su equipo de “asesores», de descubrir en qué fallaron, o mejor, si es que acertaron en algo en el transcurso de la campaña electoral, más allá del pesado lastre de la corrupción de miembros de su partido, que ya aventuraba una significativa pérdida de escaños.

Una corrupción “azul” que en la práctica ha penalizado muy duramente a los de Casado y siendo la “roja” de mayor volumen económico y tan extensa como mostró Rivera en el debate, no han tenido en cuenta ni siquiera quienes más la han sufrido, los andaluces.

La proximidad de las nuevas elecciones municipales, autonómicas y europeas no parece el mejor momento para dimitir, pero es seguro que esa opción no sería descartable si los nuevos resultados no son buenos.

Da un paso de gigante Albert Rivera, que tras meses repudiando a Sánchez, se ha situado en la posición perfecta para darle su apoyo y gobernarnos juntos con una sobrada mayoría absoluta de 180.

Eso sí, si ya para la mayoría de la gente, la palabra de los políticos tiene la validez que tiene, la de Rivera quedaría a los pies de los caballos por la incoherencia de hacer lo contrario de lo que ha estado predicando todo el tiempo y lo que hoy mismo ha repetido Inés Arrimadas.

No obstante y a pesar de los gritos de los enfervorizados militantes socialistas que anoche vitoreaban a su líder y gritaban “con Rivera no”, hay posibilidades de un entendimiento, pasadas las elecciones de mayo eso sí, para no perjudicarse mutuamente en los resultados de esas urnas.

Esta opción no sólo estaría bien vista por las grandes empresas del IBEX, sino que con seguridad serán algunas de ellas las que harán todas las presiones necesarias para lograr que fructifique el pacto.

Desde su mansión de Galapagar, Pablo Iglesias y su señora podrían contemplar con estupor, frustración e impotencia que esa opción sea finalmente la elegida, máxime después de su sonado  fracaso de ayer y tras haberse ofrecido abiertamente, sabiendo ya que se habían perdido 29 escaños,  a formar parte de una coalición de gobierno de izquierdas, con el apoyo puntual de independentistas catalanes, vascos, sucesores de ETA y demás minorías como la del partido de Revilla que ha logrado su primer escaño.

“Decepción” para los seguidores de Abascal, que se queda a medio camino de lo que las expectativas de algunos les auguraban pero que irrumpe en el Congreso de los Diputados con dos docenas de escaños dispuestos a dar “batalla” y a demostrar que no son el monstruo de tres cabezas que devora a la gente, que hace retroceder cuarenta años de historia y que donde pisa no crece jamás la hierba.

El avance de los nacionalistas, ERC y PNV puede quedar diluido si finalmente no es requerida su “colaboración” por la irrupción de un “nuevo mejor amigo” y sólo su predisposición a mantener en calma sus ardores separatistas puede darles alguna compensación, previsiblemente económica o de transferencias.

Las urnas han dicho su última palabra y finalmente, más allá de algunas encuestas “adoctrinadoras” orientadas a crear tendencia de voto entre los indecisos, han acabado por dar un auténtico doctorado a Pedro Sánchez.