Lluvia de balas sobre las urnas

Nadie puede poner en duda que los envíos de los sobres con balas se han producido, porque las evidencias no se pueden negar y es un hecho que INCOMPRENSIBLEMENTE han llegado hasta sus destinatarios.

Es condenable cualquier tipo de amenaza, venga de donde venga, llegue a quien llegue y se utilice el medio que se utilice.

Dicho esto, se hace imprescindible conocer, en primer lugar quién o quiénes han sido los autores de tan macabra idea y de paso, aclarar cómo es posible que esos envíos hayan podido hacer todo el recorrido y llegar a sus destinatarios, sorteando todos los controles técnicos y humanos establecidos.

Sorprende que se hayan producido en mitad de una campaña electoral en la que los partidos de los destinatarios, especialmente el del ex vicepresidente, según la mayoría de las encuestas, aparecen como claros perdedores.

Criminalizar de antemano al entorno de otras formaciones, sin esperar a que la policía haga su trabajo y utilizarlo como “arma” de campaña para influir en el voto de los indecisos no parece lo más recomendable.

Es muy posible que se esclarezcan los hechos pero probablemente no sea antes de la votación del 4 de mayo; habrá que esperar a ese momento para señalar a quienes verdaderamente hayan urdido tan lamentable “campaña”.

No adelantemos acontecimientos, que podría haber sorpresas, no vaya a ser que al final los dedos que ahora acusan en una dirección concreta tengan que orientarse justo en la contraria.

Y que los partidos se limiten a lanzar sus “abanicos de promesas” a la caza y captura del pequeño grupo de quienes aún dudan o de quienes ante la inconsistencia de lo que escuchan están dudando aún si votar o no votar.

El “hermano Gabi” sabe que el electorado madrileño actual no son aquellos jóvenes adolescentes a los que “daba la chapa” en sus clases “magistrales” de hace más de cuatro décadas en el colegio religioso y que su frases “no es por Madrid, es por la democracia” o “estamos ante un desafío de nuestros valores”, nos suenan tan mitineras como demagógicas.

Lo sabe también Sánchez por más que señale a uno de los partidos con “es una amenaza contra la democracia”, o “el viernes cruzó una línea y será la última que cruce” y debería saber que poner “pimienta” a la inicial “placidez” de la campaña de “su” probable defensor del pueblo, no aumenta sus escaños.

Los madrileños, una inmensa mayoría de los ciudadanos de la comunidad de Madrid, son conscientes de que tienen en sus manos una irrepetible ocasión histórica; van a tener el privilegio de dejar “tocado” a Iglesias y propinar una impresionante “patada” a Sánchez en el culo de Gabilondo.

Y se puede lograr sin balas, sin navajas ensangrentadas, sin trampas, sin manipulaciones; simplemente con los votos libres de cada uno, depositados democráticamente en las urnas el 4 de mayo.

En estos días lluviosos de abril, puede que algunos crean que la “lluvia de balas” sobre las urnas les proporcionarán una “buena cosecha”, pero hoy no estamos en aquellos convulsos tiempos previos a la guerra civil en los que algunos creyeron que valía todo; al menos con la “memoria histórica” hemos aprendido algo.