Los indultos, mañana

El extenso dictamen del Tribunal Supremo mostraba de forma tajante su postura contraria a la concesión de los indultos, totales o parciales  a los sediciosos y malversadores de caudales públicos catalanes, a los que el propio tribunal había juzgado y condenado también por desobediencia.

Su informe, no vinculante, informaba negativamente al gobierno de Pedro Sánchez, considerando que  “no se apreciaban razones de justicia, equidad y utilidad pública que justificaran la concesión de la medida de gracia”.

Ha pasado casi un mes desde entonces y desde esa fecha, no ha pasado ni un solo día sin que desde el gobierno, desde los partidos que componen la coalición social/comunista, desde su entorno y especialmente desde los partidos separatistas a los que pertenecen los condenados, se haya estado lanzando a la sociedad un mensaje de ficción sobre las enormes bondades que conllevará la concesión de ese perdón inmerecido.

Sánchez no es tonto, por más que se haya rodeado de una pléyade de asesores para parecer brillante y siempre ha sido consciente de sus grandes limitaciones y de haber contraído una “deuda” con los independentistas.

Necesitó a los separatistas para ganar la moción de censura a Rajoy y también para la investidura que lo hizo presidente; los sigue necesitando para poder seguir en Moncloa y seguir sacando adelante sus propuestas y, aunque ha demostrado en numerosas ocasiones que no es un hombre de palabra, está decidido a agradecérselo.

Poco importa que una gran mayoría de españoles consideren que esos indultos son injustos e improcedentes; que lo crean destacadas figuras socialistas carece de la fuerza suficiente como para hacerle cambiar de opinión.

Curioso el caso del presidente extremeño que “ha cambiado de acera” y ahora asume los indultos y hasta los defiende ante el abucheo de sus paisanos.

No sorprende escuchar a Rodríguez Zapatero decir que los indultos “son la mejor noticia que se ha producido en esta legislatura”, pero su exagerado entusiasmo resulta tan torpe como sonrojante.

No, no puede ser de “utilidad pública” por muchas veces que nos lo repitan Sánchez, Calvo, Ábalos, Lastra… algo que sólo beneficia a unos cuantos.

Asistimos a una tropelía; perdonar a delincuentes condenados, que no sólo no se han arrepentido por la comisión de los delitos, sino que abiertamente han anunciado que los volverán a cometer, nos lleva a vivir una de las páginas más lamentables de nuestra historia democrática.

El ministro de justicia “ha perdido el culo” para darle, en tiempo récord, “forma literaria” a un perdón que hoy ha anunciado su jefe desde El Liceo de Barcelona, un escenario teatral inigualable para consumar la actuación más mezquina, exponiendo las “bondades” de tan polémico como injusto perdón.

Los indultos, mañana, pondrán en la calle a quienes se saltaron las leyes y atentaron gravemente contra la unidad nacional que consagra nuestra Constitución.

Delincuentes de España, Sánchez ha abierto el grifo, por intentarlo que no quede, “hay que pasar página”, “hay que reencontrarse”, “hay un tiempo para el castigo y otro para la concordia”, “la venganza y la revancha no son principios constitucionales”… pedídselo hoy que el separatismo que lo sostiene ha despertado su sensibilidad, mañana puede ser tarde.