Luz y taquígrafos

Un ya lejano 15 de marzo de 2019, el Consejo de Ministros, presidido por Pedro Sánchez Pérez-Castejón, acordó la creación de la Comisión Permanente contra la Desinformación, un grupo de trabajo interministerial dedicado a “afrontar la amenaza global que suponen las informaciones falsas para la democracia y la libertad”.

Bajo la coordinación de la Secretaría de Estado de Comunicación está dirigida por el Departamento de Seguridad Nacional, quien el 6 de octubre de este mismo año, aprobó el procedimiento de actuación para combatir la desinformación.

Teóricamente una idea muy “bonita”, ya que en la práctica, esa comisión velaría por la información real, una información en la que sólo tendrían cabida las verdades, ni siquiera las medias verdades y en la que no habría lugar para las mentiras.

Poniendo a salvo aquellas informaciones cuya difusión pudiera poner en riesgo la seguridad, quienes contribuimos con nuestros impuestos a sostener la estructura económica del Estado y los generosos sueldos de una interminable lista de cargos, tenemos todo el derecho a saberlo TODO.

No podemos resignarnos a que se nos cuenten “milongas” sobre cualquier asunto; ni siquiera mentiras piadosas para aplacar nuestra natural curiosidad sobre todos los temas que nos afectan.

No aprendemos y reiteradamente seguimos votando a quienes incumplen descaradamente sus promesas electorales, hacen justo lo contrario de lo que se comprometieron a hacer y faltan a la verdad hasta en los asuntos más insignificantes.

Hay suficientes muestras en la hemeroteca de todas las veces que no nos dijeron la verdad desde el inicio de la pandemia, tragedia nacional en la que nos hicieron creer que un “comité de expertos” decidía lo más conveniente para nuestra salud y nuestra seguridad, posteriormente y por boca del propio ministro de Sanidad, nos aseguraron que nunca existió y acabaron “jurando” que sí lo ha habido todo el tiempo, pero como si fueran seres espectrales, no pueden mostrarnos sus rostros.

A estas alturas aún desconocemos las concesiones “secretas” a los distintos grupos por su apoyo a los Presupuestos Generales.

Dejando a un lado las “migajas” a los apoyos casi testimoniales, por haber sumado pero ser innecesarios, de Compromís, Más Madrid, Nueva Canarias, Teruel Existe o el “partido de Revilla”, no podemos admitir como verdad que algunos de los votos favorables llegaron al gobierno por mero “altruismo” y cuando vayamos descubriendo el “precio” pagado por todos ellos, podremos certificar que también en esto nos “desinformaron”.

Algunas concesiones ya “visibles” al nacionalismo y a los separatistas agravian a una buena parte de las comunidades, especialmente en lo económico pero también por la marginación del idioma de todos.

Han faltado a la verdad en el asunto de la inmigración irregular y han quedado en evidencia cada vez que informaciones “reales” han constatado que han sido numerosos los vuelos que han trasladado a centenares de personas desde Canarias a varios puntos de la península.

Que pese a las reiteradas peticiones de transparencia, aún no sepamos el detalle de los vuelos del Falcon o el listado de los amigos del presidente que lo acompañaron “gratis total” en el palacio de Las Marismillas o en el de La Mareta, resulta casi algo anecdótico.

¡Qué bonito sería ese Ministerio de La Verdad si realmente, además de vigilar falsas noticias y rumores malintencionados, pusiera luz y taquígrafos a todo aquello que hacen nuestros gobernantes y afecta a nuestros bolsillos!.