No, no han pasado página, siguen en la misma

A lo largo de la legislatura, los separatistas catalanes le han sacado las castañas del fuego parlamentario en varias ocasiones mientras obtenían lo que pretendían, pero siempre ha sido evidente que tras conseguir la derogación del delito de sedición y ver rebajado considerablemente el castigo para “sus” malversadores de caudales públicos, siempre ha habido algo más, pendiente como una deuda irrenunciable, a la espera del momento más favorable para ser cobrada.

Días antes de Navidad, el presidente de la autonomía catalana, Aragonés, obtenidos los premios gordos del “sorteo sanchista” de la sedición y la malversación, ya le pedía dar un paso más para reformar la Constitución de todos los españoles y hacer posible la celebración de un referéndum de autodeterminación.

Por si a alguien le cabían dudas Aragonés considera que “el gobierno catalán debe aprovechar todas las oportunidades para avanzar hacia un referéndum, como es el apoyo que Sánchez necesita de ERC para acabar la legislatura”.

Por más que Sánchez proclamara en Bruselas “con la reforma del Código Penal, el proceso se acabó”, por más que insista en que “el referéndum no se va a producir”, “es un debate pasado”, “no cabe en la Constitución”, “el independentismo es un proyecto que va contra los tiempos”, una gran mayoría de españoles, incluidos muchos votantes de su propio partido, ya no le creen.

En su discurso de Navidad, Aragonés aseguró “2023 tiene que ser el año de dar forma a la propuesta catalana del Acuerdo de Claridad, para sentar las bases para pactar un referéndum, es hora de volver a abrir camino hacia la  autodeterminación de Cataluña”.

Pero estamos a meses vista de una campaña electoral que puede suponer grandes cambios y la maltrecha credibilidad del presidente requiere ser apuntalada de urgencia tras sus bochornosos “donde-dije-digo”, especialmente los referidos al separatismo catalán.

La mayoría de las encuestas no son un buen augurio para el “sanchismo” que se ha adueñado del PSOE, sino más bien un serio aviso de lo que puede suceder en mayo.

No es extraño que como un coro orquestado por Sánchez, se esfuercen ahora todos, con Bolaños a la cabeza, en convencer a los ciudadanos de España de que “el proceso independentista catalán se ha terminado”, que “se ha pasado página”, cuando sólo el empeño en repetirlo genera ya demasiada desconfianza.

Se esfuerzan en convencernos de que la situación política en aquella comunidad autónoma española no es la de 2017 y en cierta manera es cierto; la realidad es que cuando a alguien le vas dando todo lo que te pide, la “fierecilla” aplaca sus ímpetus, hasta puede mostrarse sorprendentemente cordial.

Cuando en una gran familia, uno de los miembros que exige, amenaza y chantajea al resto obtiene determinados privilegios, no es que la situación familiar mejore, sino que se produce una aparente calma que en el mejor de los casos puede durar hasta el siguiente episodio de exigencia, amenaza y chantaje.

No se puede imitar al avestruz que mete la cabeza en el hoyo para no ver la realidad y auto convencerse de que el riesgo ha pasado; ningún problema desaparece ignorándolo.

Los “socios” separatistas de Sánchez no han cambiado sus metas; realmente sólo han cambiado sus métodos.

ERC ya ha anunciado que se sumará a las movilizaciones independentistas para exigir un referéndum el próximo día 19 de enero, fecha en la que se celebrará en Barcelona una cumbre bilateral entre España y Francia.

No, los separatistas no han pasado página, siguen en la misma, pero electoralmente, a algunos, les interesa hacernos creer que lo han hecho.