Posiblemente uno de los crímenes más imperfectos

La prensa, la televisión y especialmente el cine nos han mostrado siempre toda clase de crímenes; son algo que desgraciadamente sucede cada día en la mayor parte de los rincones del mundo.

Los motivos que empujan a sus autores a acabar con la vida de otros son tan variados como las formas de llevar a cabo su acción criminal.

Los informativos están salpicados de noticias de muertes violentas y son numerosos los espacios que dedican gran cantidad de tiempo a mostrarnos con todo lujo de detalles las circunstancias, las situaciones y hasta los detalles más personales, tanto de quienes son sus autores como de las víctimas y de su entorno familiar, laboral y social.

En ocasiones lo exhaustivo de los detalles supera el natural “morbo” de la mayoría de los ciudadanos por conocer tan lamentables hechos.

En los crímenes, como en botica, hay de todo y no siempre la mejor planificación del delito es ninguna garantía de “éxito” para sus autores, que ven cómo la policía, que no es tonta, en la inmensa mayoría de las ocasiones, acaba por poner al descubierto todos sus pasos y llevarlos ante la justicia.

Lamentablemente siempre hay un porcentaje de crímenes que quedan sin resolver y sus autores pueden “irse de rositas” y seguir haciendo su vida como si nada hubiera pasado.

Éstos no es que sean crímenes “perfectos”, imposibles de resolver, sino fruto de circunstancias que entorpecen la investigación, ausencia o “desaparición” de pruebas, falta de testigos, interferencias de la prensa que echan por tierra algunas pesquisas policiales o simplemente de la torpeza de quienes directamente tienen encomendada la tarea de resolverlos.

Un informe de Interpol asegura que en España se resuelven, la mayor parte antes de que transcurra un año, el 93,87% de los crímenes cometidos.

En EEUU al menos la mitad de los crímenes (homicidios y asesinatos) se quedan sin resolver.

Asistimos, en estos días de un agosto abrasador, a un desbordado torrente de datos sobre el “suceso” de Koh Phangan que ha conmocionado al mundo pero especialmente a toda España, por haber sido protagonizado por un nieto e hijo de personajes conocidos, que ha provocado un auténtico aluvión de informaciones y detalles de un crimen que, para la policía de Tailandia es un clarísimo “asesinato con premeditación”.

A la vista de cuantos detalles se nos han dado a conocer, especialmente de los útiles comprados con anterioridad, del reconocimiento de los hechos y de la localización de los restos de la víctima, todo apunta a que podría ser condenado a muerte cuando se celebre el juicio.

Si eso se produjera, quedaría la opción de que su peculiar y extravagante rey Rama X, considerado una divinidad por sus súbditos, le concediera el indulto real, sustituyendo la ejecución por la cadena perpetua, como ya hizo, el 17 de agosto de 2020, con otro condenado español por hechos “similares” cometidos en 2016.

Consuela saber que desde 2018, Tailandia no ha ejecutado a ninguno de los condenados a muerte y es previsible que no vaya a retomar esa práctica ahora.

Dejando al margen los componentes que desembocaron en los trágicos hechos producidos, solidarizándonos con el dolor de la familia de la víctima y también con la de quien ha reconocido el crimen, a la vista de todo cuanto hemos ido conociendo, hay algo evidente, éste es posiblemente uno de los crímenes más “imperfectos” de las últimas décadas.