¡Tú sí que sabes, Chus!

Es muy de agradecer el ingenio de los políticos cuando sus propuestas van encaminadas hacia el bien común.

Ante las grandes ideas es obligado quitarse el sombrero y distinguir con alguna medalla al asesor que las propone, a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y al asesor, su merecido.

Superada la “ocurrencia” de las corbatas, ¡para que luego digan que en España no hay ingenio!, cuyo ahorro energético no se ha llegado a cuantificar, al menos, no en cifras oficiales, surge en estos días una nueva propuesta para la ciudadanía.

Ante la incertidumbre por la llegada de temperaturas más bajas, algo previsible cuando ya casi hemos recorrido un tercio del otoño, no está de más que quien maneja nuestro bolsillo, con cierto tono humorístico, remarcado por su natural gracejo andaluz, nos proponga utilizar un “edredón fuerte” para ahorrar energía y combatir los rigores  de un invierno que con Filomena o sin ella está cada vez más próximo.

Convertida por méritos propios en la nueva abanderada del “humor ministerial”, sería apoteósico verla mostrándose a todo el personal, en modo “tele tienda”, ensalzando las virtudes de su propio edredón, para enseñarnos a todos, incluidos los contribuyentes más manirrotos, que con él se puede dejar de derrochar luz y gas.

Con frecuencia, nos quejamos de vicio, a pesar de que quienes nos gobiernan se empeñen en compartir sus propias experiencias de ahorro energético y traten de calmarnos, repitiendo aquello, tan balsámico como inútil, de “tranquilos que todo está previsto”.

Lo curioso del asunto es que semejante recomendación no nos llega por boca de la Ministra de Energía, ni de una “doctora” en economía, sino de una “médico de profesión”, elegida por el dedo del líder para llevar nuestros asuntos monetarios, que no ha dudado en hacernos partícipes de su “sana” costumbre.

“Abro la ventana o me pongo un edredón más fuerte, dependiendo de la época del año”, ha declarado.

Aunque dijo no conocer el consumo de energía eléctrica en la vivienda oficial de 143,9 metros cuadrados útiles, de la que disfruta por razones del cargo, ya que al parecer se engloba en el gasto total del edificio en el que está ubicada, nos tranquiliza y reconforta saber que “no usa la refrigeración, ni la calefacción para descansar por las noches porque perjudica también en términos de salud”.

Nos congratula que tan “sana costumbre” contribuya al ahorro energético y al mismo tiempo reduzca la “retribución en especie” que le abonamos con nuestros impuestos.

Pero se echa en falta, ya está tardando, que anime a alguno de esos ministerios prescindibles para que a no más tardar faciliten, especialmente a la ciudadanía más “vulnerable” y en función de la renta, uno de esos “edredones fuertes”, a ser posible de fabricación nacional o en su defecto, mantas zamoranas, juegos de sábanas de franela o coralina, pijamas de pirineo o incluso simples batamantas, en colores “cálidos” a ser posible.

Ni el inimitable Chiquito, que en gloria esté, nos lo habría podido explicar de una manera tan comprensible y didáctica, ni con tanta gracia.

¡Tú sí que sabes, Chus!.