Va a ser que sí

Fue el sucesor del recordado Adolfo Suárez, el presidente más breve de nuestra democracia, Leopoldo Calvo Sotelo, el 25 de febrero de 1981 en el debate de su investidura, quien propuso el ingreso de España en la OTAN, culminando el deseo de su antecesor, que ya en 1980 había negociado la incorporación de España en el bloque militar occidental.

En octubre de ese año se debatió en el Congreso de los Diputados y el 2 de diciembre España comunicó a la Alianza Atlántica su intención de adherirse.

El 30 de mayo de 1982 España se convirtió en el miembro número 16 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

En las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 el PSOE obtuvo la más amplia mayoría absoluta de un partido político en la democracia española, con un 48,11% de los votos y 202 escaños y Felipe González se convirtió en el nuevo presidente del gobierno.

Los socialistas tomaron el poder con el tratado ya firmado pero su postura era contraria a la integración.

Aún resuena su lema “OTAN, de entrada NO”, pero lo cierto es que en los años siguientes, Felipe González se esforzó en “darle la vuelta a la tortilla” y convencer a los suyos de aceptar la permanencia.

El PSOE, que en la oposición había criticado la adhesión, cambió su lema por aquel de “VOTA SÍ en interés de España” y convocó un Referéndum de Permanencia, que se celebró el 12 de marzo de 1986 con una participación de  17.246.452 españoles, el 59,42% de los convocados.

La papeleta, con las opciones “SÍ”, “NO” y “EN BLANCO” contenía este texto:

El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:

1º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.

2º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.

3º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.

¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”.7

El resultado fue favorable a la permanencia en la OTAN, con un 56,85% (9.054.509 votos SÍ), frente a un 43,15% (6.872.421 votos NO).

Hoy, cuando se cumplen 40 años de nuestra adhesión, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, apuntalado por separatistas, nacionalistas y herederos de ETA, ha prometido aumentar el gasto militar y la parte morada se ha ausentado de los actos, alegando que son partidarios de dedicar ese incremento, (sólo en la organización de la próxima cumbre de la OTAN en Madrid se gastarán 37 millones de euros), a otros fines.

Todos somos conscientes de que hay numerosas necesidades por cubrir, pero la defensa de nuestras libertades, de nuestro modo de vida, de nuestro futuro, requiere tomar decisiones como ésta y recortar en otros gastos innecesarios.

En estos momentos, en los que Rusia sigue atacando a un país soberano con pretextos que no se sostienen, estar en la OTAN es nuestra mejor opción.

La Alianza es como aquel “primo de Zumosol” que estará a nuestro lado, preparado por si nos vienen mal dadas, predispuesto para protegernos si llega el caso y para defendernos si un día se produce un ataque exterior como el que en estos días sigue padeciendo Ucrania.  

Mal que les pese, los “morados” saben de sobra que ni en éste ni en otros muchos asuntos de estado son imprescindibles y no tardarán en contemplar cómo ese incremento sale adelante sin ellos, va a ser que sí.