El alpinista serrano Carlos Soria consigue su objetivo y se bate con la historia al coronar su duodécimo ochomil

soria-ascensoLa tercera cumbre más alta del planeta tampoco ha podido con la fe y la esperanza de conseguir la cima de Carlos Soria. Y es que en 2013 no pudo ser, pero el pico del Kangchenjunga de 8.586 metros de altitud es una nueva casilla tachada en el récord que aspira a conseguir el de Moralzarzal: ser la persona de más edad en asomarse a todos y cada uno de los balcones de la tierra por encima de los 8.000 metros.

soria-aeropuertoLa hazaña, como no podía ser de otra manera, ha estado repleta de momentos duros y difíciles que son menester en la alta montaña. El propio Carlos, al que el año pasado le separaron 256 metros de su meta reconoció que «hizo bien en darse la vuelta» toda vez que este año ha podido culminar la ascensión. De hecho, como indica el veterano montañista, las sensaciones de ascenso final en este 2014 fueron diferentes a las vividas en la culminación del año anterior: «Celebré la cima incluso antes de salir. Se me saltaban las lágrimas porque estaba seguro de que iba a llegar» declaró al diario digital La Nueva España.

Problemas: descenso e hidratación

Es conocido el dicho popular de que «todo lo que sube, baja» pero el alpinismo tiene tanto de especial que ni la sabiduría popular es cierta. El alpinismo no tiene nada de cierto y mucho menos en lo que a descensos se refiere. El descenso del Kangchenjunga es una prueba latente de ello debido a su dificultad y a las condiciones climatológicas adversas que siempre se producen en esas alturas y esa fue, quizá, la última sorpresa de Carlos tras su conquista.

«Es el amanecer más bonito que he visto en mi vida«, declaraba Soria en El larguero de la Cadena Ser ya asentado en el campo base tras 23 horas interminables que abarcaron el ascenso y el descenso del pico. Al llegar arriba, cuentan que Carlos abrazó a su médico y que la primera pregunta de este fue «Y ahora ¿cómo vamos a bajar?» Pero la raza de alpinista de élite, veterano y buen hacer nunca traicionan a Soria. Y nunca es nunca. Menos aún si esto puede poner en peligro su vida o la de su gente.

Es el amanecer más bonito que he visto en mi vida.

Por eso el madrileño intenta ser completamente metódico en todas y cada una de sus conquistas a las cimas más altas del planeta. «Intento siempre hacer cuatro fotos cuanto antes y bajar, para pensar ya ha habido mucho tiempo en la subida«. El descenso del propio Kangchenjunga es tremendamente técnico en los destrepes donde es muy fácil desorientarse y perderse, «mucho más que el K2» por eso la concentración ha de ser extrema. Una pérdida a esa altura y con esas condiciones climatológicas puede ser eso, una. Y no más.

Carlos Martínez, compañero de hazañas y médico de la expedición que, quienes conocen, destacan como abierto y simpático y una verdadera ayuda en los momentos difíciles en la alta montaña, fue el ‘Pepito Grillo’ de Soria durante la ascensión: «bebe más agua, Carlos» cosa que el propio Soria admitió después: «sí, tenía que haber bebido más. Pero las condiciones eran las ideales para la subida a la cima». Y se consiguió aunque por agua que no falte: «Al llegar al campo III tras el ascenso y con la satisfacción en el cuerpo del trabajo conseguido, se me estalló una botella de agua en el saco por lo que dormí toda la noche, tras 23 horas en liza, calado. Eso sí, tremendamente contento de haber hecho cima«.

El viaje y el futuro

Desde el campo base III todo se ve distinto. Amanece de otra forma y el respirar –que para el resto de humanos sería un suplicio- es lento y armonioso. Ahí es donde sabe bien el trabajo bien hecho y donde toma partida la imaginación pero, sobre todo, lo que queda por hacer. A Carlos Soria poco, en comparación con lo cumplido, pero algo queda. Los próximos retos a los que se enfrenta el alpinista serán el Annapurna y el Dhaulagiri, los dos únicos picos por encima de los 8.000 a los que no le ha puesto pie en la cima. Además de eso, por si supiera a poco, Soria repetirá ascenso al ShishaPangma.

Se me saltaban las lágrimas porque estaba seguro de que iba a llegar

Y de la tierra al cielo y a la tierra. Como si de una bella metáfora se tratase, el viaje de vuelta de Carlos Soria y el resto de su expedición BBVA (Sito Caravilla, Luis Miguel López, Carlos Martínez y Daniel Salas) aterrizaron en la T-4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas el pasado día 25 tras una escala en Doha. Las caras eran de cansancio y de felicidad, casi al mismo nivel de los familiares y amigos que esperan cada llegada a cada aeropuerto cada vez que Soria y los suyos regresan de esos retos en los que uno no sabe cuándo –y si- regresará.

La nube de fotógrafos y de micrófonos que les esperaba recibió las palabras del siempre amable Carlos Soria. «Todo ha salido según lo previsto«. Y lo que queda, Carlos.