El Barça partirá con ventaja en un Calderón decisivo (1-0)

Fue penalti. Desquitada la idea inicial, las dudas quedarán en si en otra ocasión, con otros equipos y con un órdago a chica lo hubiera sido. Lo fue. Más allá de la explicación moral existe la norma, deontológica,  la que indica que la patada en el área, falta la llaman, es un disparo libre desde los 11 metros.

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Messi ejecutó y marcó. Bien es cierto que Oblak la blocó con la mano del portero pero el argentino siempre sabe a quién tirar. De ahí su olimpo recurrente en días como el de ayer en los que el partido del 10 estaba llamado al duende.

Y eso que el inicio del Atlético de Madrid no fue lo que aparecía. La valentía planteada en el once. Para hacer un resumen: los 15 primeros minutos fueron un calco de lo de hace 15 días y los otros 30 lo que a la afición rojiblanca le recordó al 17 de mayo del 14. Contras, entrega, valor y, como siempre, Arda Turan.

Llega un momento en el que se acaban las descripciones del turco. Es agua en el desierto, es una caña fría tras una carrera, es un bocadillo del mejor queso tras no desayunar. Ayer, incluso, fue un desatascador de cañerías, de los que se emplean con oficio. Fuerza, la suya, complementada por Griezmann. Un chaval que llegó a Madrid como mirando a los edificios tan altos que había, lo mucho que pitaba la gente en los semáforos y la idea de querer hacerse un hueco aquí. Entendió entonces el oficio a las mil maravillas y está llamado a ser parte contratante de la primera parte. Aquí lo dejo.

La primera mitad fue un arrebato de profundo buen gusto. Un choque de estilos como los que no se brindan en el fútbol español y que, incluso con su cutrez, solo puede dar la Copa. El Barcelona era una embestida brillante. Messi deshacía caderas y eso acabamos por disfrutarlo todos, menos Siqueira. Neymar fue muy Neymar, a su pesar. Le pesa, porque el Atleti no es buen equipo para hacer el brasileño pero está en un momento de forma que ni los hachazos le tumban. E Iniesta y Suárez. Tan voluntariosos, tan ellos.

Por otro lado, en la primera parte Koke se miró en su mejor espejo limpiado con los paños que no dejan pelo. Galopadas siniestras para el rival, de las de coger aire en la tele, de esperar una respuesta de los de arriba que no llegó, pero casi. Fernando Torres se ha adaptado al equipo como una de esas mallas horteras de running: pesadumbrosa para las fotos pero tremendamente efectiva con el frío.

Cierre Cuando esperábamos que la segunda parte fuera más de lo mismo, Torres desapareció y con él, el recorrido. Llegado el punto, deberemos explicar que a Mandzukic se le quiere por lo que es, pero no precisamente por esos metros que nos hacen añorar a Costa. El problema es que los minutos se alargaron demasiado, aunque siempre el reloj corría a favor de los madrileños. Las primeras embestidas, cumplieron más que los 10 primeros minutos de rigor de la primera mitad y llegaron casi al 20.

El partido se volvió a romper. El Barcelona destacó por sus carencias más que por sus aciertos y el Atleti más por su coraje que por su calidad. En medio de ello la marrullería de Luis Suárez, la necesidad de Xavi, la incorporación de Raúl García.

El resto fue lo que pone al inicio y que viene a ser irreprochable. Ya no tanto por la manera de caer, sino por la manera de ejecutar esas penas máximas o mínimas, esas jugadas al rechace o creadas, esas maneras de hacer y deshacer, esas maneras de ser, estar llamado y competir por ser uno de los mejores jugadores de la historia. Eso lo dictará el tiempo. Como el resultado de una eliminatoria abierta a morir en los 90 minutos que nos quedan de espectáculo en el Calderón. Por supuesto, no nos fallen. Nosotros no lo haremos.

Darío Novo