Sevilla 0-3 Atlético de Madrid: Tres puntos de oro y un adiós

1440967158 extras portada 0El Atlético de Madrid consiguió una victoria en Sevilla que vale tres puntos y una candidatura a la Liga. Pasadas las vacaciones y la duermevela del primer partido, el conjunto del Cholo Simeone optó por la mejor de las soluciones posibles que no incluían a ninguno de los nuevos fichajes. Dicho lo cual, los rojiblancos dejaron claro dos cosas. La primera de ellas es que la adaptación a los métodos de entrenamiento del Profe Ortega no son cosa baladí y la segunda, y más esperanzadora, que el fondo de armario da para rato.

El comienzo del partido en Nervión auguraba la segunda de feria con dos miuras y una plaza llena que canta al unísono, bufandas al viento un himno que lo es tanto del Sevilla como del propio fútbol. Los invitados no fallaron. El toma y daca fue el inicio de un partido de estilos y sudor: del fútbol antiguo. Desde los primeros compases, hubo algo diferente en Óliver Torres que se fue como un niño y ha vuelto con el carnet de conducir. 

La manera de llevar la manija en el centro rojiblanco augura esperanzas y olés. Suyos fueron los mejores movimientos con el permiso de Antoine Griezmann quien pareciera, a ratos, haber nacido a la rivera del Manzanares. De una pelea suya por los suelos del tapete sevillista llegó el primer gol. Hasta en dos ocasiones desde el suelo el francés intentó el pase entre dos defensores sevillistas que chocaron como si se tratase de una película de dibujos animados. El balón quedó muerto y Koke, el más listo de la clase, se ensañó con un punterazo cruzado que batió a Beto por bajo.

Entonces comenzó la nostalgia cuando el canterano, y Gabi, y Juanfran, y Torres señalaron un ocho con sus dedos de un Raúl García que se había quedado en la grada y cuya marcha al Athletic de Bilbao se confirmó unos minutos después del encuentro en lo que fue la crónica de una despedida anunciada. 

El Sevilla tuvo en la primera mitad un par de serios embistes al Atlético de Madrid que tuvieron en Oblak una respuesta contundente. Pero el verdadero asedio del conjunto de Emery se produjo en la segunda mitad, desde el inicio, como más le gusta a Unai. Enfundado en el mono de trabajo que caracteriza la sólida defensa rojiblanca, fueron desbaratándose las opciones del equipo sevillista. La más cercana al empate la tuvo el flamante fichaje sevillista. Una bola un tanto parecida a la del gol de Koke, quedó muerta en el área y Llorente la cruzó igual, buscando el palo lejano del portero y el balón lloró la madera y se fue fuera por poco.

Fue, quizá, el modo de decir adiós. Apenas unos segundos después de que Jackson Martínez sustituyera a Fernando Torres, cuando rondaba el 78, un balón muerto en la frontal del área le bastó a Gabi para poner el punto final. El capitán rojiblanco, acertado ayer y mucho, con lo que eso supone para el medio campo del Atlético de Madrid, la pegó con el alma y la espalda de un defensa sevillista hizo lo demás. Betó se quedó clavado, subió el dos al marcador y Gabi volvió a mostrar el ocho con los dedos.

El tercero fue obra de Jackson Martínez a modo de guinda final. Una excelente jugada al primer toque, sirvió para que el colombiano, con su pierna menos buena, la izquierda, mardara el cuero a la red de un atónito Beto y ante un Sevilla cariacontecido cuyos últimos minutos fueron más de arreones que de juego con un Konoplyanka participativo que, a buen seguro, dará buenas tardes de fútbol por Nervión.

La victoria entonces se tornó en un adiós y muchas imágenes para el recuerdo. Los micrófonos preguntaron por aquel ocho de los jugadores y del propio Cholo a la grada. Todo quedó confirmado en rueda de prensa y suponía la marcha de Raúl García de la que ha sido su casa. A partir de ahora miraremos de reojo cada uno de sus pasos en el Athletic y sonreiremos bajito, cuando no nos mire nadie, en cada una de sus buenas acciones. A buen seguro, el seguirá al Atleti y sonreirá a plena carcajada y dando la cara, aquella que se partió por el escudo los últimos años para dejar claro lo que siempre fue: uno de los nuestros.

Darío Novo