Sevilla 0-0 Atlético de Madrid: El Atleti rasca un punto de la nada

El Atlético de Madrid viajó a Sevilla a buscar una candidatura y volvió con un punto. Algo que no es malo, sí, pero muy similar a cuando nos mandan a hacer la compra y volvemos con las bolsas llenas de patatas fritas y cerveza: un simple empacho. Y diremos esto porque es lo mejor que el Atlético pudo rescatar del Pizjuán: un mísero punto.

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Lo temimos desde el inicio. Uno de esos días en los que Cholo, como los niños, debería venir con un manual de instrucciones para explicarnos las dudas surgidas en torno a cómo pudiendo jugar de manera tan defensiva, el Sevilla no parase de crear peligro en los primeros 45 minutos. Espejismo o no, los colchoneros no pudieron con el centro del campo en ataque –algo previsible- pero tampoco en defensa –una garantía de desgana-.

Los de Emery, bien, gracias. Se impusieron el campo a una línea de tres en el centro formada por Gabi, Mario y Tiago, menos fútbol no se le ocurre a uno. Y menos alternativas tampoco. De repente, nos vimos todos dando tragos al vaso muy cortos y muy rápidos: el balón no le duraba nada a ningún equipo. Aunque de ser justos, todo se jugaba en el campo colchonero y malos los días, ay, que Griezmann ve la portería contraría con prismáticos.

Como a uno le pagan por destacar cosas, lo más pinturero fue el remate de Iborra. Una plancha que lloró el poste tras envío de Banega y le admitió al partido el calificativo de tal, recreó a los realizadores del mismo como salvaguardia del estrés de la primera parte sin una sola jugada que llevarse a una promoción del Plus.

Parte II

Cuando todos esperábamos cambios, el partido comenzó de nuevo sin ellos. Con frenesí. Como las grandes noches que llenan de recuerdos sin triunfos, así fue el partido. El Atleti dio un paso adelante (más atrás estaban las vallas publicitarias) y aun así todo supo a bolsa de patatas abierta en la despensa de la casa de verano.

Torres entró en escena y reafirmó algo innegable: que a los 5 minutos de pisar el césped, había sido el mejor del Atlético de Madrid. Una galopada, tras un robo torpe, le encaminó hacia la portería de Rico. Su pase, tan torpe como la recuperación, hizo no llegar a Griezmann, espídico, reafirmándose en ser tan poco él.

El partido tomó color en forma de amarillas, once en concreto, algo más que fútbol. Entendiendo la intensidad del choque, ni Atleti ni Sevilla lo buscaron ni lo quisieron. Y se habla de esto porque de fútbol se puede hablar poco más.

Como quien llama a su enemigo íntimo, todo concluyó sin dejar contento a ninguno. Es  lo que tienen las noches en las que uno pasa el tiempo en la discoteca intentando que su archienemigo no toque gachí: que no la toca uno tampoco. Después llegaría la sonrisa del Bernabéu y esa barbilla que da la razón y dice sí, la Liga del Atleti son el Sevilla y el Valencia. Pero este último duerme en casa la semana que viene.

Darío Novo