Los 20 céntimos más caros de la historia

Nadie es ajeno al desorbitado precio al que está llegando el combustible,   ahora resulta más barato salir a comer angulas que repostar nuestro vehículo. Con la medida que acaba de adoptar el Gobierno central de reducir 20 céntimos de euro por cada litro del preciado líquido a todos los ciudadanos, ha provocado un revuelo inusitado entre clientes, y gasolineros que ha llegado a algo más de un encogerse de hombros y arquear las cejas. 

Lo que ha provocado es un terrible  problema burocrático de tal calibre que ahora  nadie quiere coger esa patata caliente de los carburantes y que parece ser que el Sr. Alberto Carlos Garzón Espinosa o lo que es lo mismo  el ministro de Consumo no  ha querido, sabido, podido,o simplemente ha pasado del asunto, y se lo ha enchufado por lo que viene siendo el tapón de la gasolina a las Comunidades Autónomas, y quitarse el marrón de encima,por que lo que es asumir  responsabilidades el Sr. ministro …pocas.

 Esta improvisada, dura, injusta, poco pensada y nada madurada medida, no sabe distinguir entre un hacendado de Cuenca, el albañil del tercero B, un empresario con chófer, el jubilado de correos que ya vendió el coche, el estudiante que no tiene bus para llegar a tiempo a la universidad  o el camionero que no puede mover su camión por que no le llega para pagar lo que le cuesta llenar el deposito.Es decir no distingue entre las rentas altas y las bajas y además e ha provocado el caos absoluto entre los empresarios de las gasolineras que les ha obligado, a algunas gasolineras a incrementar el coste del carburante en 10 o 15  céntimos ante el pánico de entrar en pérdidas o directamente se han visto obligados a cerrar sin más solución ante el asfixió empresarial, pero el ministro responsable de la cartera ni está ni se le espera, quizá esté contemplando a alguna vaca pastando, sabedor de que no irá al matadero, porque según su  criterio  su carne no se debe  comer . Han sido las propias Comunidades Autónomas las que han tenido que intentar solventar toda vez que les han sido pseudo conferidas las competencias y que ellas mismas se hagan cargo de la gestión y tomen decisiones y mientras él refugiado en su sillón rojo de su ministerio de pasividad. No obstante el Gobierno en vez de establecer algún tipo de bonificación progresiva para hacer menos doloroso el rejonazo, firma  con trazo grueso y ahora los 20 céntimos los pagamos todos.  

 Así que cuando dieron el pistoletazo de salida para repostar a 20 céntimos más barato el litro de lo que parece Chanel Nº 5, en vez de gasolina de 95  o diesel, se produjeron unas colas  interminables de conductores con vehículos al mínimo de la reserva  esperando poder repostar, y que como cabía de esperar  llegaron a colapsar  calles y plazas.Y como las desgracias nunca vienen solas, ante el aluvión de depósitos ávidos de combustible,  los sistemas  informáticos de las firmas petroleras entraron en barrena y dejaron de funcionar. Muchas gasolineras  tuvieron que echar el cierre ante el gran problema que se les venía encima. O sea la tormenta perfecta .   

 Por que además y por si fuera poco, llegan las fechas de declaraciones de IVA del primer trimestre del 22  y no hay un buen augurio  para poder pagarlo por la evidente falta de tesorería. Para mayor desgracia  llega la Semana Santa un periodo en el que habitualmente las gasolineras no dejaban parar los surtidores y subían sus ventas dado el claro peregrinar de vehículos que repostaba para salir con destino a la playa o la casa rural  para tomarse los deseados días de asueto vacacional . Y la pregunta que se hacen los pequeños empresarios del sector es cuando cobrarán esa rebaja que tiene que soportar y que el  ministerio de Hacienda, ese que se supone que somos todos,o al menos eso decían, les va a abonar. Claro que quizá sea que ahora las empresa petroleras se conviertan en bancos y ya se soluciona el problema, eso me recuerda cuando hace ya algunos lustros  el “Jefe del dinero” se fue con los guardias y el “Jefe de los guardias” se escapó con el dinero. Y de la luz, ni hablamos… qué  cosas, verdad .