Prudencia, paciencia y vacuna

Justo cuando llegan las vacaciones de Navidad, los viajes, los
puentes, las cenas de empresa, la reunión en familia, los días de
asueto y todos esos motivos de acercamiento entre las personas
aparece otra variante del Covid para dar al traste con los planes,
y destrozarnos las vacaciones de invierno. Y es que ha aparecido
como de la nada esta nueva variante, bautizada como Ómicron
que hace referencia al nombre de una letra griega, que es de
suponer que será para facilitar la búsqueda a los científicos, los
muy sesudos pensantes de la Organización Mundial de la salud
(OMS) como lo hicieron con la variante descubierta en Reino
Unido a la que bautizaron Alfa, en Brasil la renombraron Gamma,
Delta en la India y ahora Ómicrom a la variante sudafricana del
dichoso bicho que más parece nombre de una empresa de alta
tecnología que la de un virus.
Todo ello supone otro giro de tuerca a esta pandemia que ya
pensábamos que empezaba a remitir al menos en el mundo
occidental, y se revela como todo lo contrario ya que simultánea
a una nueva expansión de la pandemia en todo el mundo y
vuelve a sembrar de miedo e incertidumbre nuestra seguridad ya
que ahora nos asalta la duda sobre las carencias de las
anteriores vacunas y nos hace pensar si tan efectivas han sido.
Parece evidente que las advertencias hechas hasta hoy por
todas las organizaciones internacionales sobre la imperiosa
necesidad de universalizar la administración de las vacunas se
han demostrado acertadas, beneficiosas y tranquilizadoras pero
también han dejado al descubierto los riesgos vaticinados si
quedaban excluidas de la inmunización global algunas zonas con

frágiles sistemas de salud, paupérrimos servicios sanitarios y
recursos anticovid bajo mínimos lo que genera un excelente
caldo de cultivo de nuevas variantes y mutaciones . Claro
ejemplo de ello es el continente africano que con cerca de 1.200
millones de habitantes el indicie de vacunación apenas
sobrepasa el 7% de su población y lo mismo sucede con alguna
regiones de Asia en la que el ratio de vacunaciones oscila entre
el 10% y el 30%, de esta forma es muy difícil que los esfuerzos
que se realizan en el primer mundo sean capaces de erradicar la
enfermedad.

Mientras que la vacunación no sea mayoritaria en todo el
mundo, es posible que se den las condiciones para la aparición
de nuevas variantes

Es obvio que ante esta nueva crisis sanitaria global, el planeta se
intente acorazar para mantener un blindaje efectivo contra la
variante ómicron, pero no por ello resulta algo frívolo que
mientras en Europa y Estados Unidos se haya comenzado a
administrar una tercera dosis de refuerzo por franjas de edad y
profesiones con alto riesgo de contagio sanitario, al mismo
tiempo, en los países subdesarrollados, en vías de desarrollo o
pobres y con poblaciones altamente sensibles al contagio,
carezcan de las dosis y medios necesarios para poder extender
la vacunación.

Es evidente que nadie ha puesto en duda lo pertinente que han
sido las normas establecidas por todas las autoridades sanitarias

respecto a la inoculación de una tercera dosis pero lo que resulta
de todo punto inaceptable es que programas como el Covax,
alianza que forman más de 190 países con el objetivo de
garantizar el acceso equitativo a las vacunas que se desarrollen
contra la Covid 19, sean claramente insuficientes para remediar
las desigualdades en la lucha contra la enfermedad en países sin
recursos, porque lo que es evidente es que la única salida del
laberinto de la pandemia es que la inmensa mayoría de la
población mundial esté vacunada y se mantengan las medidas
sanitarias y profilácticas adecuadas a cada grado de circulación
del virus entre la población.

A raíz de la rápida propagación de la cepa ómicron desde
Sudáfrica, que sin duda obedecen a la falta de vacunas en este
país, los laboratorios farmacéuticos trabajan sin freno para
encontrar una rápida respuesta en la investigación de sus
vacunas ante esta nueva variante, pero ningún experto de la
comunidad científica pone en duda que el surgimiento de más
variantes sea posible ante la existencia del virus, pero opinan
que la rapidez en la propagación de la cepa ómicron sudafricana
ha sido posible por las escasas barreras que existen en África
para evitar la trasmisión de la enfermedad. Ahora el cerrar las
fronteras o limitar los accesos al continente es una medida que
llega tarde y es ineficaz ya que seguramente no sirva ni como
tibio bálsamo reparador y no sea eficaz si no se corrigen los
errores cometidos. Quizá ahora sea un buen momento para
liberar los precios de las patentes de las vacunas de manera que
se facilite su distribución o fabricación a precios asumibles por
los países con menos recursos. También es prioritario
desenmascarar a los negacioncitas que pretenden extender un

falso criterio con extravagantes fundamentos contra las
vacunaciones.