Dos gallos en un corral

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El Grupo G del Mundial responde al esquema mental que diseñaría cualquier aficionado al fútbol ya que alberga a un candidato (Alemania), un outsider peligroso (Portugal) y dos selecciones del tercer escalón competitivo (Ghana y EE.UU)

No resulta probable, sin embargo, que las Ghana y Estados Unidos inquieten el pase a los dos combinados europeos, competitivos y con experiencia en fases finales continentales en ambos casos.

Más improbable resulta aún, porque Alemania, una vez ha adaptado su fútbol al canon estético moderno, olvidándose de aquella división de Panzers la cual vencía por aplastamiento, empieza a exigir resultados a una generación dorada la cual ha amagado pero no ha golpeado (Tres veces semifinalista y una vez finalista en sus últimos cuatro certámenes internacionales)

Resulta innegable pensar en que si la Copa del Mundo hubiese llegado en 2013, con Bayern y Borussia Dortmund destrozando Europa, no hubiese resultado una temeridad afirmar que Alemania era la selección que cerraba el podio de candidatos junto a Brasil y España.

Sin embargo, la campaña europea mediocre de sus dos colosos, y ciertas bajas importantes, han disminuido la euforia de los teutones.

Para no variar, cumpliendo el canon de cualquier selección grande, los 23 elegidos no han venido exentos de cierta polémica. El seleccionador, Joachim Low, tiene sus tres «cadáveres» pertinentes en la figura de Gundogan (lesión) Schmelzer (lesión) y Mario Gómez (decisión técnica).

De la ausencia de Mario Gómez se extrae una conclusión arriesgada: Low va a Brasil con el veterano Klose como único delantero. ¿Arriesgado? Muchísimo.

Más allá de las ausencias, el bloque de la Bundesliga, más la aportación de Özil, el mago que se empeña en aparecer y desaparecer cual ilusionista, asegura un combinado potentísimo que no debería tener problemas para alargar su estancia en el país carioca durante buena parte del Mundial.

El segundo combinado en discordia de este Grupo G resulta sin duda alguna que es Portugal. Con una fase de clasificación traumática la cual fue definida por Cristiano Ronaldo tras una exhibición en Estocolmo, Portugal llega a su antigua colonia sin apenas hacer ruido.

Una silenciosa presencia que sólo perturba el estruendoso ruido de su megaestrella: Cristiano. Del jugador del Real Madrid depende prácticamente todo en el conjunto de Paulo Bento.

Él sabe que es una estrella de primera magnitud, él sabe que las oportunidades van pasando y el tiempo no se detiene para un jugador que roza ya la treintena, también él sabe que sin su guía, Portugal no tiene ni la más remota opción de soñar con algo bonito, y por último…él sabe que el eterno debate respecto a su némesis, Leo Messi, se puede cerrar definitivamente para un lado o para otro en este certamen.

Junto al «Commander» llega a Brasil su guardia pretoriana por excelencia. Bruno Alves, Pepe, Fabio Coentrao, Moutinho, Nani...para completar una selección a la cual, quizás pelear por el Mundial puede ser un objetivo demasiado lejano, pero capaz de poner en tremendos problemas a todos y cada uno de los 31 equipos restantes.

Completan el grupo Estados Unidos y Ghana. Con destinos paralelos desde aquellos octavos de final del Mundial 2010 en el que ambas se enfrentaron sus opciones se reducen a un hipotético patinazo de las europeas.

Con una base formada mayoritariamente por jugadores de la MLS (liga local) Estados Unidos se aferra la experiencia de Dempsey para dar la cara en Brasil. Imposible obviar la no convocatoria de Landon Donovan, jugador franquicia norteamericano durante la última década, en una decisión que pone en la picota a Klinsmann.

Por su parte, los africanos llegan a Brasil sin todavía asimilar el palo de Sudáfrica. Aquel penalti de Asamoah Gyan enviado al limbo, y aquella clasificación agónica uruguaya frente a Ghana impidió al combinado africano de sellar por primera vez en la historia del continente el pase a semifinales. La sensación de desasosiego se ahonda tras quedar encuandrados en un grupo tan complejo, amén de una buena generación de jugadores que parece estar en su ocaso. El propio Gyan, Muntari o Essien han sucumbido al inexorable paso del tiempo, y peor aún, los jugadores que debieron dar el paso al frente como los hermanos Ayew o el díscolo Kevin Prince Boateng, no parecen haber asumido el liderazgo que requería el cambio generacional.

Todos estos condimentos invitan a pensar en un grupo en el que el partido inaugural del grupo entre alemanes y lusos va a definir el orden de clasificación de ambos países. ¿Qué las queda a las otras dos? Con no ser meros convidados de piedra podrían darse por satisfechas.

Alex Briega / @Alexanderrrrr0


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