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El terrorismo nos mata

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¿Qué pensarían si les dijera que el terrorismo mata a 70 personas aproximadamente cada año en España? Habrá que llenar las calles, ¿no creen? ¿Pedir al gobierno que acabe con esta masacre?

Esperen, esperen, pueden relajarse. Me ha faltado añadir un detalle a esta información; el terrorismo del que hablo es el terrorismo machista y las personas muertas son SÓLO mujeres.

Hace unos días que ya no es 8 de marzo y hoy ya se han olvidado de que las mujeres mueren, son acosadas, violadas, ultrajadas y vistas como ciudadanas de segunda cada día de su vida. Desde la broma jocosa del “mujer tenías que ser” al mal llamado piropo, al que ya muchas llamamos acoso callejero. Señores que siguen creyendo que el espacio público no es apto para mujeres y que las que allí nos atrevemos a pasar estaremos encantadas de oír sus opiniones y comentarios sobre nuestro cuerpo, vestimenta, aspecto o forma de caminar. Señores que dan respuesta a preguntas que nadie les formuló.

Muchos y muchas nos son conscientes, pero nacer con genitales femeninos nos complica la vida, cada día en cada espacio. Y aquí es donde vienen mis favoritos, los machitos ofendidos que ante este tipo de alegatos te dicen “oye que tengo pene, pero también sufro”. Estos señores a los que hace poco tiempo decidí dejar de contestar cuando compartía información feminista en mis redes sociales y se pensaban que sus argumentos (los cuales son dicho desde la perspectiva del privilegiado, no nos olvidemos de esto)  suelen comenzar con un “porque yo” o mejor aún, con “eso es una tontería” o “no es para tanto”. Esos señores que ven peligrar sus privilegios y entonces sacan sus garras esperando a que tú comprendas su postura. Ponerme en su postura me es muy fácil, entre otras cosas porque vivo en una sociedad en la que su postura es la ley y en la que más del 50% de la población estamos obligadas a ocupar un segundo lugar. Me es fácil ponerme en su postura, pero no me da la gana, ya no.

Siendo mujer, tengo que trabajar el doble que tú, hombre ofendido  (o no ofendido, da igual) para demostrar mi valía, para demostrar que lo mío, mi verdadero valor, está debajo de mi piel. Cada día de mi vida tengo que aguantar tus miradas, tus comentarios, tus intentos de hacerme sentir inferior, tu condescendencia y tu paternalismo.

Hordas de machirulos, espero impaciente vuestros comentarios, comentarios a los que no voy a responder porque simplemente no me da la gana. Para mí, hoy y todos los días son 8 de marzo.