Futbolización política

‘Futbolización’ política

El guaperas de Tetuán, de mochilero a presidente. Gobernador sin gobierno, ni programa político, ni idea alguna de qué hacer más allá de alcanzar la pensión vitalicia con que los currantes vamos a obsequiarle por, con suerte, unos meses de entretenimiento.

Sin gobierno y sin campaña. Total, ¿pa qué? Si ayer se alcanzaba lo primero a través de la segunda, hoy comenzamos la casa ministerial por el tejado de los nombres propios. Y qué bien funciona. No me aburras con para qués, cuando tenemos un luminoso quién. Ponga aquí un par de cracks, sirva a los minores ruidosos de consuelo representativo y ya veremos después, si queda tiempo – que no quedará- el sentido de sus directrices. Que en diez meses tenemos elecciones.

Nos hicieron comprar, y compramos, aquello de limpiar de política el fútbol. Empezando por la radicalidad de los fondos, y terminando por el mercado de los palcos.

Lo que olvidaron contarnos es el efecto adverso, que resultó ser la futbolización de la política.

Me gusta pensar que es cuestión de una década verles llegar al Congreso con nombre y dorsal a la espalda, mirando al horizonte y amagando música en los Beats para esquivar el amor de los propios y el odio de los extraños. Y abrazarse como si se quisieran, en el vestuario del Senado. Y atacarse como si se odiaran, en el césped parlamentario. Y comenzar con “sí, bueno, ¿no?” el total de las intervenciones. Y, entre tanto, sus hooligans atizándose en los descampados de la televisión.

Qué necesidad de engañarnos. Las nuestras. Y de mirar, bajo la opacidad del vendaje propagandístico, solo la realidad que queremos ver. Qué evidente el ejercicio marketiniano de posición en el mercado de la opinión pública. Qué parecida esta primavera a los veranos de fichajes balompédicos, cuando abandonamos estrategias y proyectos en pro de los nombres propios.

Que es astronauta, joder. Astronauta. ¿Qué más da su plan de acción, si es astronauta?

Que es el azote del separatismo, joder. El Azote. ¿No te han dicho que es el azote? Azota cosas, este señor. ¿Qué más da cuánto pague al separatismo por el favor de sus escaños, si es El Azote?

Que son mujeres en mayoría, joder. Mujeres. No como las de antes que, siendo también mujeres, eran otra cosa (¿?). Ahora tenemos mujeres. ¿A quién le importa la dirección de sus gestiones?

Lo han hecho bien. Lo han conseguido. De politizar el fútbol, a futbolizar la política. Nombre propio primero, venta de camisetas – o votos- como medio; y fidelización de socios – o gobierno – como fin.

Literalmente: como fin.

Del chiringuito.

Ojalá.