Admirable

El pasado martes 24 de agosto dieron comienzo en Tokio los Juegos Paralímpicos que desde 1960 se vienen celebrando una vez clausurados los JJOO y que concluirán el domingo 5 de septiembre.

La competición fue creada por el neurocirujano judío Ludwig “Papá” Guttmann, nacido en la Alta Silesia (entonces parte del Imperio Alemán y hoy Polonia), que al comienzo de la segunda guerra mundial huyó de los nazis a Inglaterra, donde abrió una “unidad espinal” en el hospital Stoke Mandeville, para el tratamiento de las lesiones medulares.

En la evolución del tratamiento físico, como método de recuperación, su proyecto pasó de ser una simple rehabilitación mediante el deporte a convertirse en una nueva actividad recreativa que desembocó en el deporte de competición.

En la primera edición, destinada a personas con discapacidades físicas, mentales y sensoriales, tales como ausencia congénita de extremidades, amputaciones por accidente, ceguera, parálisis cerebral y discapacidades intelectuales, participaron apenas 400 atletas de 23 países (entre los que no estaba España), en 8 disciplinas deportivas.

En la competición que actualmente se está celebrando participan 4.400 atletas de 162 países que se disputan las 539 medallas de oro en 22 disciplinas.

España tiene una representación de 112 deportistas con distintos grados de discapacidad que a buen seguro conseguirán un buen “botín” de medallas y diplomas; en Londres lograron 42 medallas, 31 en Río y en Tokio ya acumulan 20.

Desde la ceremonia inaugural, todos esos hombres y mujeres, olvidándose del mayor o menor grado de sus limitaciones y sobreponiéndose a las distintas discapacidades que les afectan, se esfuerzan en mostrar a todos que no hay imposibles, ni hay límites que detengan su esfuerzo, su sacrificio y sus ganas de alcanzar una metas que a la mayoría nos pueden parecer inalcanzables.

Ellos son el mejor ejemplo de superación para todos; el modelo a imitar para quienes ante la menor dificultad se vienen abajo; el espejo en el que todos deberíamos mirarnos cuando nos vence el desánimo; el soplo de brisa capaz de empujarnos a seguir cuando al menor contratiempo hincamos la rodilla.

Han sabido enfrentarse con decisión a sus circunstancias personales y a las desgracias que los han “castigado” con esa aparente inferioridad de condiciones, que a la hora de la verdad no es tal.

En estos días sortean sus adversidades asombrando al mundo con sus proezas y, si el éxito les sonríe, conseguirán escribir brillantes páginas en oro, plata y bronce.

Resulta triste que a pesar de que más de 150 medios de TV, radio y prensa de todo el mundo cubren las competiciones, su repercusión sea infinitamente menor que la de los JJOO y que la información quede reducida a breves resúmenes o simplemente sea anecdótica.

Y sangrante que se siga dando mayor espacio informativo a una simple torcedura del pie de cualquiera de las figuras del fútbol, a la posibilidad de que tal o cual jugador cambie de equipo hoy o la próxima temporada o a que “La Pulga” haya debutado en París en el minuto 65 o en el 66.

Hombres y mujeres paralímpicos, sea finalmente premiado o no vuestro esfuerzo, sea difundida o no en su justa medida vuestra participación, el simple hecho de que estéis ahí, luchando contra los elementos, ya resulta admirable.