Es fundamental distinguir al enemigo

En estos días, España entera y muy especialmente una mayoría de quienes residimos en la Comunidad de Madrid, asistimos perplejos a un espectáculo político lamentable; una “pelea” entre el gobierno central y el autonómico, en la que no han faltado las descalificaciones, incluso personales.

No es necesario recordar que perder la alcaldía de la capital y no lograr recuperar el gobierno de la Comunidad fue un duro golpe para los tres partidos de la izquierda, golpe del que vienen dando sobradas muestras de no haberse recuperado todavía.

Los hay que siguen empeñados en recuperar lo perdido en las urnas socavando las alianzas de centro derecha que gobiernan y amenazando cada dos por tres con una moción de censura que les devuelva los sillones, como si ésta pudiera ser tan sencilla como la que, con ayuda de independentistas y pro etarras, llevó a Sánchez a La Moncloa.

La coherencia de C´S, firme en los compromisos adquiridos, ha impedido que haya podido cristalizar hasta ahora, pero eso no ha calmado los ánimos ni ha evitado que los perdedores “declararan una guerra” a Madrid.

Son mayoría, incluso entre un sector de la izquierda que ha demostrado un mayor grado de sensatez, los que consideran que en los últimos tiempos la prioridad, para desgracia de todos, es otra bien distinta.

Sorprende que siendo señalada España como el país que peor ha gestionado la primera ola de la pandemia y por tanto siendo responsables los miembros del gobierno, del elevado número de contagios y de las desproporcionadas cifras reales de fallecidos, sean esos mismos los que ahora pretenden maniatar a la Comunidad de Madrid y tomar decisiones por ella.

No se puede negar que Madrid es una de las principales puertas de entrada al país, punto de encuentro y cruce de caminos hacia el resto de comunidades, y eso, unido a los errores que se hayan cometido, le da un “plus especial” a la hora de sufrir y expandir la pandemia, que con tan mortíferos efectos viene castigando al mundo entero desde principios de año.

Pero causa estupor que un gobierno que cometió tan numerosos errores e hizo creer al mundo que contaba con un extensísimo equipo de expertos para la desescalada, que nunca existió, se crea ahora poseedor de una varita mágica capaz de librar a los madrileños de la aparente “ineptitud” de sus gobernantes y muy especialmente de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, a la que no perdonan que ocupe el sillón que les gustaría que ocupara Ángel Gabilondo.

La izquierda es más “propensa” a manifestarse y estos días hemos asistido a protestas ante la sede madrileña, alguna con comportamientos violentos, alentadas, entre otros por quienes tienen responsabilidades en el gobierno de la nación, como si Ayuso fuera la causa de todas las desgracias.

Hace sólo una semana que Pedro Sánchez, “el hombre que con demasiada frecuencia incumplía su palabra”, escribió en el libro de honor de la Comunidad de Madrid “la unión hace la fuerza” y prometió “apoyar y reforzar, sin tutelas” y hoy, cuando la situación general en casi toda España es preocupante y se siguen batiendo récords de contagios y muertes, no sólo en Madrid, sorprende con la amenaza de “intervenir” tan solo esta comunidad.

En periodos electorales es comprensible combatir a los rivales, pero ante las situaciones difíciles, cuando el objetivo primordial es la supervivencia general, es fundamental distinguir al enemigo de todos, ese que llaman COVID-19, y unirse para combatirlo juntos.