España se abre

Aunque hoy llegarán a Baleares en un programa piloto, 47 vuelos con los 10.900 primeros turistas procedentes de Alemania, a unas islas en las que un buen número de ciudadanos de ese país tienen segunda residencia, no será hasta el día 21 cuando se permita la llegada de turistas procedentes del resto de países integrados en el “espacio Schengen” y de los países miembros de la Unión Europea, incluido aún Reino Unido y con la excepción de Portugal, que ha pedido expresamente abrir sus fronteras el 1 de julio.

El año pasado, casi 84 millones de turistas de todo el mundo visitaron España, convertida por méritos propios en la segunda potencia mundial de un sector que es uno de los pilares básicos de nuestra economía.

La pandemia asestó un golpe seco y traumático que echó por tierra todas las expectativas de negocio; el cierre de hoteles en todo el territorio, algunos de ellos con un marcado carácter estacional, propició ERTES y llevó al paro a una auténtica riada de trabajadores relacionados con el sector.

45.000 muertes después, la situación sanitaria parece controlada, los fallecimientos son excepcionales, se han reducido considerablemente los contagios y las distintas fases, como pequeños pasos nos han ido permitiendo volver con todas las precauciones a la “nueva realidad”.

El largo confinamiento ha permitido la vuelta a un buen porcentaje de actividades de todo tipo y es previsible que en estos meses de un verano que ya está ahí, las aguas revueltas de los tres últimos meses recuperaran una aparente calma que, aunque realmente no lo sea, nos dará la sensación de que la vida sigue de una forma lo más “parecida” posible a la de antes.

Desde este mismo domingo, finalizado el “estado de alarma”, podremos movernos por todo el país, en un verano excepcional en el que el turismo nacional puede y tiene la obligación moral de contribuir a cubrir los vacíos que pase lo que pase y hasta en el mejor de los casos, se van a producir por la importante merma de visitantes extranjeros.

La pandemia sigue azotando con fuerza a algunos países con importantes cifras de muertes y tanto la ausencia de un tratamiento específico como la tardanza en descubrir una vacuna que proteja a todo el mundo, son una importante barrera de temor e incertidumbre que frena a muchos de los que antes no se paraban a pensarlo dos veces y viajaban, si su economía se lo permitía, como quien come o respira.

Hemos salido del túnel y contemplamos con desconfianza un horizonte que nos parece el de siempre, pero sabemos y nos lo repiten cada día, que el contagio se puede reproducir y la menor imprudencia nos puede llevar de vuelta a la casilla de salida.

España se abre y esa puerta abierta permitirá la movilidad interna y la llegada de turistas con lo que aumentarán las posibilidades de contagio; de la responsabilidad de todos depende que no tengamos que volver sobre nuestros pasos, que no vuelvan a cerrárnosla para vivir otra larga temporada confinados y lo que es peor, rodeados por la enfermedad y la muerte.