¿Daños colaterales?

Si las escasas reservas de gas en Europa ya venían acusando unos preocupantes mínimos históricos,  el problema se acentúa con la crisis del conflicto bélico entre  Rusia y Ucrania. El suministro gasístico ruso  cubre más del 40% del consumo que necesita Europa y atendiendo  a como  se están  desarrollando, los acontecimientos,  a sabiendas de que Putin está aprovechando sus exportaciones de energía como palanca  para forzar  la crisis, el asunto se vuelve bastante más complicado. Sin duda la guerra entre Ucrania y Rusia ha  descontrolado el precio del gas, y eso motiva  el resto de energías alternativas también se vea alterado.

 Ante esta situación el miedo a que los rusos peguen el  cerrojazo a su suministro energético y eche el cierre a sus  gaseoductos,  ha puesto en jaque a los mercados y a sus importadores. El precio del gas ya se ha disparado cerca  de un 40 % y el del petróleo  no deja de subir, buena prueba d ello es que ahora repostar nuestro vehículo de combustible nos cuesta casi 30 euros más que el año pasado.  En cuanto a la luz,  ya es un artículo de lujo  que vemos atónitos como se eleva su coste  dia a dia  subiendo el precio del megavatio  a máximos históricos a diario, lo que supone otro  esfuerzo más para las mermadas finanzas domesticas de los hogares españoles, que vemos  aumentada la agogía económica  como consecuencia de las  actuales  políticas impositivas  del Gobierno central.

‘Actualmente en la Unión Europea  no se supera el 47% de la capacidad total de gas natural, cuando la cuota en esta época del año debería  estar por encima del 85%’

Pero realmente la verdadera dimensión de la crisis energética de Europa, no viene originada del conflicto armado por Rusia en Ucrania, aunque evidentemente esto lo ha acentuado mucho, sino que ya se hizo evidente hace meses cuando se publicaron los datos que mostraban que las reservas actuales de gas natural  en toda la Unión Europea  no superaban el 47% de su capacidad total cuando la cuota en esta época del año debería ser superior al 85%. Aunque ahora se nos aparece una esperanza con el ofrecimiento del Gobierno de Australia que está dispuesto a abastecer de gas natural a sus aliados europeos a unos  precios  de mercado.

Esta coyuntura  energética va a perjudicar más aun, si cabe, la situación de precariedad que viven hoy muchas familias españolas, que no solo han sufrido los tremendos latigazos de la crisis del COVID-19, sino que también  son  víctimas  de la precariedad  de un sistema que no ofrece esperanza alguna para ver la luz al final del túnel, excepto  algunas contadas  excepciones como son La Comunidad de Madrid, La Rioja, Navarra o la Comunidad aragonesa que gozan de cierta comodidad.

En resumen, esta situación solo es posible  abordarla  volviéndonos a apretar  mas el  ya estrecho cinturón y buscando soluciones para  ahorrar  más en los consumos, gastar menos y procurar gestionar el gasto domestico con el máximo sentido común. Esto es capital en una economía de subsistencia y por necesidad nos vemos obligados a intentar ahorrar energía  a base de reducir los propios consumos,  empezando por utilizar más el transporte público para con ello evitar el consumo del preciado   combustible o usar la bicicleta, el patinete o caminar que resulta muy saludable, y en lo que respecta al ámbito doméstico, procurar encender la calefacción solo cuando el mercurio lo haga necesario y aprovechar  al máximo las características de nuestra vivienda, por ejemplo, si es muy soleada  mantener las persianas levantadas para caldear la casa,  usar bombillas de bajo consumo, etc. Si aun haciendo todo esto no llegamos a fin de mes, tendremos que  intentar negociar con la compañía de suministro del fluido electico la financiación de nuestro consumo energético o bien tirar de tarjeta y a ver qué pasa a final de mes. Que dios nos coja confesados, son daños colaterales.