DEL MILAGRO DE BERNA A LA CONQUISTA DE MARACANÁ

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Absoluto referente europeo. Quizás única selección capaz de mirar a los ojos a la pentacampeona Brasil. Metrónomo «Made in Germany» capaz de no bajarse de unos cuartos de final desde Inglaterra 66. Capaz de reinventarse una y otra vez a través de las décadas. Cuna de futbolistas de leyenda.

antigua-alemania-campeonaPodríamos estar horas y horas evocando cual juglar las bondades de una selección temible. Un combinado que siempre, juegue quien juegue, juegue donde juegue, está presente en las rondas finales. El orgullo de un país al que el fútbol salvó de un abismo y el rechazo de gran parte del planeta. Un camino largo y duro, con más altos que bajos, pero con cuatro estaciones claves en su camino a la gloria.

La génesis de la imparable Alemania se produjo en Suiza 54. Obviamente por motivos de la tecnología y la erosión de los recuerdos, es el campeonato menos recordado hoy en día. Pero no crean que las crónicas de la época pasaron por alto lo que se denominó el «Milagro de Berna«.

Pongámonos en situación. Año 1954. Alemania había sido arrasada a la par que repudiada por el horror de la Segunda Guerra Mundial .

El campeonato había sufrido un impulso tremendo por parte de FIFA y las naciones que la formaban con la intención de impulsar la competitividad deportiva entre los contendientes. Había que olvidar el belicismo y buscar la concordia a través del fútbol.

Aunque, a pesar de los bonitos propósitos institucionales, y casi con total seguridad, si se hubiera realizado una encuesta a los gerifaltes de FIFA sobre quién no debería llegar a la final del Torneo, seguramente más de uno y de dos hubieran preferido evitar a Alemania. Pero ahí estaban.

Delante de ellos tenían a un equipo de leyenda. Una máquina húngara liderada por Puskas, escoltado por genios como Zoltan Czibor o Sandor Kocsis, era la absoluta favorita. A la superioridad como equipo, además había que añadirle el precedente directo en ese mismo torneo. 8-3 para los húngaros. ¿Quedaba claro quién era el mejor? Quizás sí para todos…menos Alemania.

Le denominaron el «Milagro de Berna» lo que puede hacer una idea del tamaño de la hazaña. La gesta toma más cuerpo si diseccionamos el partido. Minuto 10 y Hungría vence 0-2. 84 minutos más adelante, y con la ayuda divina de Thor, Alemania era campeona del Mundo por 3 a 2. El resultado marcó el final del que quizás fue el primer gran fenómeno mundial a nivel de selecciones. Moría Hungría y nacía la leyenda de la selección alemana.

Puskas no tardó en decir que eran los campeones morales. No sabía el fenómeno húngaro que inauguraría una extensa lista de campeones morales ante Alemania, mientras el título era de la mannschaft.

El segundo título llegó 20 años después. Alemania 74 era la cita. Como curiosidad, la cita en la parte occidental del hoy unificado territorio alemán, fue la última Copa sin la participación de España. Sí, hemos sido extremadamente benévolos al contar como participación el paseo televisado de España en esta cita de Brasil.

Volviendo a la copa de Alemania, el país organizaba el Mundial con ansias de demostrar al planeta que había vuelto la locomotora industrial germana. Además, el país había sufrido cierta vergüenza tras los sucesos trágicos de Munich 72 en plenas olimpiadas. Era la oportunidad de oro. Alemania no podía fallar ya que los ojos del mundo estaban sobre ellos.

En la parcela deportiva, el equipo era vertebrado por el victorioso Bayern de Munich, quien días antes había dado en Bruselas el primero de los dos bofetones históricos por excelencia al Atlético de Madrid.

Una gran escuadra, físicamente primorosa, con ciertos tintes de calidad, pero comandada por un genio del fútbol: Franz Beckenbauer.

Sin embargo, el Kaiser estaba muy bien rodeado de hombres como Sepp Maier, Gerd Müller o Uli Hoeness.

En el sistema de torneo que reinaba en aquella época, con sucesivas liguillas hasta la final, las «semifinales» el equipo alemán las disputó frente a la Polonia de Tomaszewski y Lato. Con poco brillo, pero la eficiencia propia del combinado alemán, Alemania se deshizo 0-1 de Polonia.

Esperaba en la final de Munich otro de esos «campeones sin corona» o como diría Puskas: uno de los «campeones morales» más recordados de la historia. Eran los Países Bajos de una leyenda como Johann Cruyff.

La escuadra de Rinus Michels reinventó el fútbol. Abrió una nueva era del deporte rey mediante el apodo de «fútbol total». Era la primera vez que un equipo desafiaba al juego posicional, en el que todos jugaban de todo, y que además contaban con el Flaco para derramar gotitas de genialidad. A priori se daban todas las condiciones para que Holanda se llevara el botín en casa de la anfitriona.

Pero Alemania no entendía de concesiones, y se llevó la final por 2-1, tras remontar el gol de Neskens.

Quizás se ha sido injusto con aquel equipo que logró la proeza de vencer a un equipo tan superior como Holanda, al que se ha ninguneado como campeón por accidente, pero que fue un grandísimo campeón y competidor a través de los años.

16 años después llegó la tercera corona para Alemania. En el que quizás sea el Mundial menos recordado de la historia, el conjunto teutón se tomó cumplida venganza de la Argentina de Diego Maradona en una final que se decidió con el penalty de Brehme.

Antes de esa final, Gary Lineker inmortalizó en una frase el sentir de gran parte de Europa, y mucho más expresamente de la eterna acomplejada Inglaterra ante su gran enemigo continental mediante su ya mítico «el fútbol es un deporte que juegan 11 contra 11 y…siempre gana Alemania» tras una semifinal en la que Inglaterra mereció más. Otro «campeón moral» ¿les suena?

Más allá del triunfo deportivo, la victoria en la Copa del Mundo sirvió otra vez a un país que afrontaba una reunificación tras 45 años de separación forzosa por las heridas de la guerra.

Si el 54 sirvió para cicatrizar en cierta forma la herida de la contienda, el 90 cerró definitivamente esa puñalada al sentimiento alemán. La historia y el fútbol siempre tan unidos…

A partir de ahí pasaron 24 años para volver a tocar el cielo. Alemania ayer se coronaba campeona con una selección que se ha reinventado. La división panzer ha dejado paso a una blitzkrieg en toda regla.

Será la historia la que ponga en su lugar a este magnífico equipo de Löw, pero Alemania no se detiene en su pasado y su próximo reto está claro: alcanzar a Brasil en la cima del Mundo.

Alejandro Briega