!Quedémonos en casa!

Posiblemente a muchos de nosotros se nos pasó alguna vez por la cabeza la posibilidad de llegar a vivir una gran guerra; motivos ha habido suficientes entre las grandes potencias en las últimas décadas y cuando aparentemente no los había, daba la sensación de que ellos mismos los “buscaban”.

Casi superadas las dos primeras décadas de este siglo XXI, más allá del hambre y las guerras locales, endémicas en algunas zonas del planeta, han sido el terrorismo y los desastres naturales los que han ido sacudiendo aquí y allá la vida habitual de la mayoría de los ciudadanos del mundo.

Han tenido que ser unos insignificantes organismos microscópicos, que ni siquiera son considerados “seres vivos” los que hayan desencadenado esta especie de “guerra mundial” que tanto nos temíamos vivir.

Los más pesimistas auguraban una extensión imparable cuando China comenzó a informar al mundo de la progresión aritmética de sus primeros casos.

Posiblemente ha sido su férreo sistema político y las drásticas decisiones tomadas, casi desde el inicio, lo que ha evitado un contagio incontrolable entre una población que supera los 1355 millones.

A día de hoy y a pesar de liderar el cada vez más extenso grupo de países contagiados, tanto en número de infectados como de muertes, parece ser que han logrado frenar los contagios y han trasladado la presión a otros, aparentemente menos efectivos, entre los que desgraciadamente se encuentran Italia y España.

Da la sensación de que en Europa el coronavirus se les ha ido de las manos a las autoridades, que son quienes podían tomar las medidas preventivas para que no se extendiera la “plaga”.

Lo hizo tarde Italia y sigue pagando las consecuencias y por la parte que nos toca, lo ha hecho demasiado tarde nuestro gobierno, al que días antes de las multitudinarias marchas del día de la mujer celebradas en todos los pueblos y ciudades del país, se le recomendaba que las suspendiera.

Resulta ahora especialmente patética la respuesta de Maricarmen Calvo, “Que le va la vida, que le va su vida”, en una entrevista previa en la que se le preguntaba “¿Qué le diría usted a una mujer que está dudando en ir a una de las manifestaciones?”.

No cabe duda que esos cientos de miles de personas, mayoritariamente mujeres, compartieron saludos, besos, abrazos, toses, estornudos y en el peor de los casos virus, contribuyendo muy seriamente al éxito de ese grandísimo hijo de la gran p… que se ha dado en llamar Covid 19.

No olvidemos que dos ministras que encabezaban las marchas separadas de PSOE y Podemos en Madrid dieron positivo días después, al igual que la esposa del presidente del gobierno, que sostenía el punto central de la pancarta.

Todo apunta que algunas de ellas y un número difícil de cuantificar de participantes, acudieron a la manifestación ya contagiadas.

Ahora, después de tan precioso tiempo perdido, se han tomado medidas drásticas, que nos “condenan” a permanecer en nuestras casas, previsiblemente mucho más de estos 15 días iniciales, con muy contadas excepciones, como única forma de frenar la escalada de contagios, que pronto superará los 10.000 y lo que es mucho más lamentable, el número de fallecidos que podría alcanzar un 5% de esa cifra.

Si queremos recuperar las calles, si queremos recuperar todos los momentos de lo que era cotidiano en nuestras vidas, ¡quedémonos en casa!.

Hoy por hoy se ha apoderado de nuestras calles y se pasea por nuestros pueblos y ciudades tratando de expandirse aprovechando el menor descuido,  nuestra más ligera irresponsabilidad.

¡Quedémonos en casa!, al menos hasta que todos los colectivos que están plantándole cara en este “frente de batalla”, especialmente todos los relacionados con la sanidad, nos digan que esta “guerra” ha terminado.